Es tiempo de reflexión para George Bush, a medida que se acerca el 20 de enero, día en que deberá abandonar la Casa Blanca para regresar a Tejas, "escribir un libro" y fundar un "grupo de reflexión no partidista". Es en este contexto en que se entiende la entrevista que ofreció a la cadena ABC, donde repasó sus ocho años de mandato, que acaban con los índices de popularidad más bajos de la historia moderna de EEUU. En su encuentro con el periodista Charlie Gibson, Bush afirmó que su "mayor arrepentimiento" fue por haber hecho caso a los informes del espionaje que decían que habían armas de destrucción masiva en Irak, una de las causas que le llevó a invadir ese país.

"Mucha gente se jugó su reputación al decir que las armas de destrucción masiva eran una razón para derrocar a Sadam", se lamentó el presidente, sin citar los informes del espionaje que después se han hecho públicos en los que se dudaba de la existencia de este armamento y de las voces que decían que no existían. Preguntado sobre si hubiera habido guerra si las armas de destrucción no hubieran sido el motivo, se negó a "especular".

Bush admitió que no estaba "preparado para una guerra" cuando llegó a la Casa Blanca. "Durante la campaña no preveí un ataque como el del 11-S. Una de las cosas que hay que tener en cuenta en la presidencia es que lo inesperado sucede", afirmó el presidente. Pero este pequeño indicio de autocrítica se acaba aquí. Bush volvió a defender que no haya una retirada marcada por un calendario de Irak, y se mostró orgulloso de su decisión de enviar más tropas.

CON LA CABEZA "MUY ALTA" También habló sobre su legado. Dijo que no está preocupado por lo que digan los historiadores. Su mayor logro es haber mantenido a salvo a los estadounidenses tras el 11-S y "haber tomado duras decisiones sin vender el alma". "Dejo la presidencia con la cabeza muy alta", afirmó.