Tumbados en el suelo frente a la Casa Blanca desde el martes por la noche un grupo de manifestantes siguieron ayer "muriendo simbólicamente" para recordar a los soldados estadounidenses caídos en Irak, que son ya 2.001, y exigir a George Bush que ponga fin a la ocupación. Esta protesta fue sólo una de las miles planificadas por toda la nación para recordar a los dos millares de soldados de EEUU que han muerto en el país árabe desde que Bush desencadenó la guerra, en marzo del 2003.

Cindy Sheehan, madre de un soldado muerto en Irak y convertida en el símbolo del movimiento antiguerra, encabezó las protestas ante la Casa Blanca. El 60% de los ciudadanos se inclina por la retirada de las tropas de Irak y ayer, por primera vez, el embajador estadounidense en ese país, Zalmay Jalizad, aludió a una "posible" reducción del número de soldados durante el 2006.

Además de los muertos, 15.000 soldados han resultado heridos. El número de iraquís fallecidos no se conoce oficialmente, pero ayer fuentes privadas estadounidenses dijeron que eran unos 30.000, cifra que la revista médica Lancet eleva a 100.000, la mayoría civiles. Parar esta sangría era el objetivo de quienes tenían previsto participar en 1.249 vigilias por toda la nación, algunas ante sus lugares más emblemáticos, como en Times Square, en Nueva York, y en el Memorial Bridge, cerca del Pentágono, en Washington.

EL ´CASO PLAME´ Los argumentos falsos con los que el presidente justificó la invasión acosan ahora a la Casa Blanca, que aguarda en vilo posibles imputaciones al más alto nivel contra quienes revelaron la identidad de la agente de la CIA Valerie Plame para desacreditar a su marido, el exdiplomático Joseph Wilson, que denunció esas mentiras para justificar la guerra en el diario The New York Times .

El fiscal especial, Patrick Fitzgerlad, instructor del caso, se reunió ayer en Washington con el gran jurado que le ha ayudado durante los 22 meses de investigación y cuyas sesiones concluyen mañana.