George Bush aumentó ayer la presión sobre el Sinn Féin para que promueva la disolución del IRA. El presidente de EEUU concedió una audiencia privada a las cinco hermanas y a la prometida del camionero católico Robert McCartney, asesinado a finales de enero por miembros de la banda, y cerró las puertas de la Casa Blanca --por primera vez desde 1995-- a Gerry Adams, al que las McCartney acusan de encubrir a los asesinos.

Poco antes de reunirse con ellas, Bush adelantó su interés por "recibir a esas valientes almas" en el día de San Patricio, patrón de los irlandeses, que la Casa Blanca celebra cada año con una ceremonia seguida de cerca por los 40 millones de estadounidenses de origen irlandés. Frente al desplante de que ha sido objeto Adams, este encuentro y los que las McCartney han sostenido, desde su llegada al país, con destacados congresistas estadounidenses, "constituyen una señal muy potente de que ha llegado la hora de que el IRA se desarme completamente, cese todas sus actividades criminales y deje de existir como una organización paramilitar". Así lo declaró la voz más irlandesa del Congreso de EEUU, el senador Edward Kennedy.

COMPROMISO CON LA PAZ "Yo quiero ver el final del IRA, pero gente como yo no tiene la posibilidad de hacer lo que el Gobierno británico no pudo lograr en 30 años", se defendió ayer Adams. Ante un grupo de partidarios en Washington, el político norirlandés hizo lo posible por distanciar a su partido del IRA. "El asesinato fue un crimen cometido por individuos que no tienen ningún papel que jugar en el proceso de paz, y echarle la culpa al Sinn Féin es un error enorme", subrayó.

"Mi Gobierno y el pueblo estadounidense os apoyaremos en vuestro trabajo por la paz", prometió ayer Bush al primer ministro irlandés, Bertie Ahern, durante la ceremonia del día de San Patricio.