El tono agresivo e imperativo que ha emanado de la Casa Blanca en los últimos años al hablar de la guerra en Irak se evapora a pasos agigantados, aunque algunos restos no desaparecen. Ayer, un día después de que el Grupo de Estudio de Irak encabezado por el exsecretario de Estado James Baker presentara un informe en el que se identificaba la situación en Irak como "grave", el presidente de EEUU, George Bush, y el primer ministro británico, Tony Blair, mantuvieron un encuentro y ofrecieron una rueda de prensa en la que se mostraron dispuestos a estudiar un "nuevo enfoque" a la crisis.

En un tono más cándido que de costumbre, Bush se reconoció "decepcionado por el ritmo de avance en Irak", admitió que "el progreso no ha sido tan rápido como había esperado" e incluso utilizó un claro "está mal" para describir la situación.

"El pueblo americano espera que ideemos una nueva estrategia", dijo Bush, que aseguró que el informe muestra "un camino hacia delante importante".

Sus palabras, sin embargo, no implican en absoluto una disposición a dejarse dirigir por las recomendaciones de un grupo de estudio bipartidista, compuesto por cinco republicanos y cinco demócratas. "No creo que los miembros del grupo de estudio esperen que las aceptemos todas", dijo Bush, aunque sí se comprometió a "considerarlas todas seriamente".

VICTIMAS MORTALES Ayer en Irak, la violencia se cobró la vida de ocho iraquís, tres de ellos policías. Las víctimas fallecieron en varios atentados con coches bomba en Bagdad. Las autoridades informaron además del hallazgo en Bagdad de cerca de medio centenar de cadáveres, con impactos de bala y signos de tortura, en un nuevo episodio de violencia confesional. Mientras, ocho personas fallecieron quemadas vivas cuando intentaban robar petróleo de un oleoducto cerca de Kirkuk. El Ejército de EEUU, a su vez, elevó ayer a 11 los soldados muertos el miércoles en acciones armadas.