El presidente estadounidense, George Bush, tuvo ayer en Bratislava la acogida popular más cálida de su gira europea, pero también su más frío encuentro político: con el presidente ruso, Vladimir Putin. En su primera cumbre bilateral desde el 2001, Bush leyó la cartilla a Putin por el estado de la democracia en Rusia, una reprimenda que no encajó bien el líder del Kremlin. La firma, ya prevista con anterioridad, de varios protocolos de seguridad y de lucha antiterrorista, y la declaración conjunta de que Irán y Corea del Norte no deben tener armas nucleares no pudo camuflar las fisuras de una relación que vivió una luna de miel tras el 11-S, pero que empezó a enfriarse por Irak.

Bush ya había avanzado que expresaría ante Putin su preocupación por la concepción de la "democracia a la rusa", y así lo hizo. "Las democracias reflejan siempre la cultura y las tradiciones de un país, lo sé, pero tienen ciertas cosas en común: Estado de derecho, protección de las minorías, una prensa libre y una oposición política viable", dijo en la rueda de prensa conjunta con Putin con la que acabó la reunión de ambos líderes. "He podido compartir mis preocupaciones sobre el compromiso de Rusia en el total cumplimiento de estos principios universales. Lo he hecho de forma constructiva y amigable", añadió el presidente de Estados Unidos.

TENSA REPLICA Visiblemente tenso, Putin replicó que "la democracia no puede contribuir a la destrucción del Estado y al empobrecimiento de la población". "La democracia no significa anarquía y libertinaje", añadió el dirigente ruso, que aseguró: "Rusia ha hecho una apuesta en favor de la democracia. Una vuelta al totalitarismo es imposible". Putin afirmó que podría llegar a "tomar en consideración" algunas de las ideas de Bush, aunque rehusó llamarlas "consejos". También dijo que, sobre otras ideas, "no pensaba hacer comentarios".

Pero la reprimenda en público de Bush a Putin seguramente no fue lo único que molestó a la parte rusa. Bush aprovechó el único baño de multitudes que le ha dispensado su gira de cuatro días por Europa para alabar, ante las 4.000 personas que lo escuchaban en la principal plaza de Bratislava, las revoluciones pacíficas ocurridas en Ucrania y Georgia, hasta ahora satélites de Moscú, y para expresar su convicción de que la ola democratizadora llegará también a Moldavia y Bielorrusia.

Sin poder esconder su manifiesto desacuerdo, Bush y Putin coincidieron ayer en que Irán y Corea del Norte no deben tener armas nucleares. Ni uno ni otro profundizaron sobre este asunto, que a buen seguro ocupó buena parte de la reunión, puesto que Rusia tiene previsto firmar este sábado un acuerdo con Irán para el suministro de combustible nuclear, algo que suscita grandes recelos de Washington.

SEGURIDAD NUCLEAR En una declaración común, los dos presidentes acordaron aumentar la cooperación bilateral en seguridad nuclear para prevenir que armas atómicas o material fisible puedan caer en manos terroristas. Este protocolo supone avanzar en el proceso de cooperación nuclear iniciado en 1998 por los entonces presidentes Bill Clinton y Boris Yeltsin y que figuraba como prioridad en la agenda de EEUU.

Finalmente, Bush y Putin acordaron completar durante este año las negociaciones para un acuerdo bilateral sobre el ingreso ruso en la Organización Mundial del Comercio (OMC).