El día de ayer marcó la jornada más sangrienta en lo que va de año en Irak. También fue el día en que se produjo una inusual intervención del presidente estadounidense, el republicano George Bush, frente a un grupo de legisladores demócratas. Y probablemente ambos elementos influyeron en las palabras de Bush respecto a la decisiva contienda y la inclusión de un mensaje que no ha sido para nada habitual durante su mandato.

El presidente aseguró que el compromiso de Washington no es ilimitado y afirmó que el Gobierno iraquí debe cumplir objetivos. La expresión exacta que utilizó fue "open ended ", que puede interpretarse como "indefinido" o "incondicional". Bush sonó en su intervención en la reunión de representantes demócratas en Williamsburg (Virginia) mucho más contundente que en otras ocasiones y fue tajante en sus reclamaciones al Gobierno de Nuri al Maliki. Le exigió "éxito no solo en el frente militar, sino también en el político".

Además, pidió una ley que regule el petróleo y una enmienda constitucional "para que todos los segmentos de esa sociedad sientan que el Gobierno les representa". Y elecciones locales "para que la gente se sienta involucrada en los gobiernos provinciales".

El presidente de Estados Unidos también afirmó que quiere gastar el dinero "en proyectos de reconstrucción que ayuden a unificar Irak". De momento, sin embargo, Bush necesita el apoyo de demócratas y republicanos en el Congreso, al que mañana presentará sus presupuestos. Las cuentas incluyen 245.000 millones de dólares para las campañas militares que mantiene abiertas en Irak y en Afganistán y para otros elementos de la denominada Guerra contra el Terror. Si el Congreso lo aprueba, el coste total de la guerra ascenderá a 745.000 millones de dólares (573.650 millones de euros), más que en Vietnam.