Largo en retórica y corto en novedades y soluciones. Este fue el veredicto emitido ayer por la oposición demócrata, algún republicano y los principales diarios del país sobre el discurso pronunciado en la madrugada de ayer por el presidente de EEUU, George Bush, que no convenció. El jefe de la Casa Blanca enumeró los "cinco pasos específicos" de su receta para salir del caos iraquí y, de paso, intentar recuperar el respaldo de los ciudadanos, pulverizado por su gestión en Irak.

"Hay un malestar creciente en el Congreso sobre si tenemos un plan para lograr el éxito en Irak", reconoció la senadora republicana Susan Collins, al constatar las dudas existentes sobre la marcha de la posguerra iraquí incluso "entre los más leales partidarios" del presidente. Más duro sonó el senador demócrata Joseph Biden, que resaltó que Bush no clarificó en su discurso "quién va a mandar más tropas, o a pagar más dinero" para el agujero negro en que se está convirtiendo Irak.

"PRINCIPIOS YA OIDOS" Para el candidato demócrata a la Casa Blanca, John Kerry, el presidente "se limitó a enumerar principios generales que ya habíamos oído". Kerry conminó a Bush a "acudir genuinamente a nuestros aliados para que EEUU no tenga que continuar haciéndolo todo solo y se cree la estabilidad necesaria para que los iraquís avancen".

El discurso de Bush hubiera sido apropiado hace un año pero no ahora, "tras casi 14 meses de fallos políticos no reconocidos por el presidente", opinó en su editorial The New York Times . The Washington Post coincidió en que "no está claro que su retórica o los pasos que está planeando sean lo suficientemente vigorosos para hacer que cambie la situación en Irak".

Tras advertir que "quedan días difíciles y el camino puede a veces parecer caótico", el presidente ofreció ante la audiencia de la Academia Militar de Carlisle (Pensilvania) los cinco puntos de su plan para instaurar la democracia en Irak, empezando por transferir la soberanía al nuevo Gobierno provisional iraquí el 30 de junio. Además, tratará de establecer condiciones de seguridad y estabilidad en el país árabe, de reconstruir su infraestructura y de recabar más apoyo internacional, para culminar en la celebración de elecciones el próximo enero "a más tardar".

INTERROGANTES Ninguno de estos pasos es nuevo, comentaron a coro los críticos del presidente, y le echaron en cara que dejara sin contestar los principales interrogantes que penden sobre la crisis iraquí y han situado en un 61% el rechazo a su gestión en Irak, según el último sondeo de la CBS. Bush no anunció cuándo sacará a las tropas de ese país, ni dibujó ningún cambio de estrategia, como habían reclamado incluso algunos miembros de su partido. De hecho, la única novedad fue su propuesta de derribar la siniestra cárcel de Abú Graib, donde las tropas de EEUU torturaron a presos iraquís, por ser "un símbolo de la desgraciada conducta de unos cuantos soldados" que ha puesto a Washington en la picota internacional y supone un peligro incluso para su reelección.

"Envié a estadounidenses a liberar a los iraquís, no a convertirlos en norteamericanos", dijo Bush, al calificar de parte "esencial" de sus planes para Irak la transferencia de poderes al nuevo Gobierno interino que seleccionará el enviado especial de la ONU a Irak, Lajdar Brahimi.