Todo político aspira a ser querido. Pero algunas veces las decisiones que tomas y sus consecuencias no permiten que te quieran". Con esta sinceridad habló George Bush el jueves de la "fatiga de la guerra" de la que, a su juicio, es presa la opinión pública de su país. Una fatiga por Irak que ha obligado al presidente a utilizar sus mejores dosis de persuasión para pedir a su propio partido, el Republicano, dos cosas de las que cada vez anda más escaso: tiempo y paciencia. Y es que EEUU vive su mayor batalla política desde la guerra de Vietnam sobre la autoridad del comandante en jefe, es decir, Bush.

PLAZO MARCADO Hasta el 15 de septiembre, es decir, ocho semanas, es el plazo que Bush ha marcado para evaluar si la estrategia que lanzó en enero (aumentar el número de tropas para reducir la violencia y permitir al Gobierno iraquí avanzar en la reconciliación y la reconstrucción) funciona. Ocho semanas en las que sería casi milagroso que de repente el Ejecutivo iraquí empezara a funcionar (el director de la CIA dijo el pasado año al Grupo de Estudio de Irak que "la incapacidad del Gobierno parece irreversible"), Al Qaeda sea derrotada allí, el espectro de la guerra civil se evapore y la reconstrucción empiece a ser una realidad. Será el 15 de septiembre cuando el general David Petraeus, jefe de las fuerzas de EEUU en el país árabe, lea su informe ante un Congreso dominado por el Partido Demócrata que no puede, ni quiere, oír otra cosa que no sea el anuncio de la retirada de Irak.

Irak es el caballo de batalla de las presidenciales del 2008. Lo sabe el Partido Demócrata, cuyos pesos pesados que en su momento apoyaron a Bush han virado 180 grados. Y lo sabe el Partido Republicano, que teme perder aún más asientos en el Congreso de los que ya cedió en las elecciones del 2006. La mayor amenaza para Bush no son los demócratas, sino su partido.

La estrategia demócrata es muy clara: erosionar continuamente al presidente con una batería de votaciones en el Congreso que tienen escasas posibilidades de éxito en el Senado y ninguna posibilidad de salvar el veto presidencial a causa de la mínima mayoría demócrata en las cámaras. De esta forma, se mantiene Irak en la larga campaña electoral y se obliga a los congresistas republicanos a mojarse votando a favor de una guerra sumamente impopular.

Y ya ha habido congresistas que han dicho basta. No suficientes aún para puentear al presidente y que el Congreso asuma las riendas de la guerra, pero sí como para que la Casa Blanca les implore paciencia.

JORNADA VIOLENTA En Irak, las fuerzas norteamericanas mataron ayer a 13 personas en violentos enfrentamientos para lograr capturar a un agente policial acusado de dirigir una célula terrorista apoyada por Irán en Bagdad. También en Bagdad, Jalid Samin, un periodista iraquí que trabajaba para The New York Times fue asesinado, convirtiéndose en el segundo reportero caído en la capital en menos de 24 horas. El jueves, el fotógrafo de Reuters Namir Noor-Eldeen y su chófer, Said Chmagh, murieron en violentos combates entre tropas de EEUU y milicianos iraquís.