El embarazoso escándalo de las torturas y humillaciones infligidas a presos iraquís siguió creciendo ayer con la publicación de nuevas fotografías de los abusos, pese a los denodados esfuerzos de la Casa Blanca para contener el asunto. Esta polémica ha puesto contra las cuerdas al secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, cuya dimisión solicitaron los líderes demócratas en el Congreso. "Seguirá en mi Gobierno", afirmó Bush, defendiendo públicamente al jefe del Pentágono, aunque en privado le reprendió por no haberle informado antes de la existencia de las fotografías.

"Rumsfeld ha servido bien a la nación, en dos guerras, es una parte importante de mi Gabinete", recalcó Bush en la Casa Blanca, donde recibió al rey Abdulá de Jordania. El presidente aprovechó este encuentro para disculparse por las torturas, algo que no había hecho el día anterior en sus entrevistas con dos televisiones árabes. "Le he dicho al monarca jordano que siento la humillación sufrida por los presos iraquís y sus familias", explicó Bush, que concedió también una entrevista al diario egipcio Al Ahram , para tratar de apaciguar la ira que sienten los musulmanes por los abusos.

"NOS HAN PUESTO ENFERMOS" La capital estadounidense despertó ayer con nuevas y horrendas imágenes de esas torturas, presentadas en la portada del diario The Washington Post. Las fotografías --"que nos han puesto enfermos", dijo Bush-- son similares a las exhibidas la semana pasada por la televisión CBS, y muestran a presos iraquís desnudos y esposados a la puerta o la cama. Uno de ellos tiene unas bragas cubriéndole la cabeza, y otros están en posturas sexualmente humillantes, como el que, desnudo y tendido en el suelo, es arrastrado con una cuerda por la soldado Lynndie England, de 21 años. Hoy se conocerán nuevos detalles de cuándo supo el Pentágono lo que estaban haciendo sus soldados en la siniestra cárcel de Abú Graib, cuya demolición solicitaron ayer senadores de los dos partidos.

Rumsfeld comparecerá ante la comisión de Servicios Armados del Senado, cuyos miembros, como el resto del Congreso, no han ocultado su cólera por los malos tratos. "Por el bien del país, la seguridad de nuestras tropas y nuestra imagen en todo el mundo, el secretario Rumsfeld debería dimitir, y si no lo hace, el presidente debería destituirle", dijo ayer el senador demócrata Tom Harkin. "Rumsfeld ha estado encubriendo este tema desde el comienzo, y sigue haciéndolo", denunció Nancy Pelosi, líder de la minoría demócrata en la Cámara de Representantes.

DESESPERANZA En esta Cámara, la ira por las torturas y el miedo al daño incalculable que producirá a la imagen estadounidense obligaron a la mayoría republicana a votar a favor de una resolución que condenaba los malos tratos infligidos a los presos iraquís. El Senado sopesaba anoche aprobar un documento similar, mientras en la Administración de Bush cunde la desesperación y el pesimismo, pues hará falta una generación para que esta historia se entierre, como reconoció en privado el ultraconservador Karl Rove, principal asesor político de Bush.

El silencio del Pentágono sobre las torturas, hasta que fueron exhibidas por la CBS, ha puesto a la plana mayor del presidente a la defensiva y amenaza con incrementar más el rechazo a la gestión de Bush en Irak. Ayer, una encuesta de la empresa Gallup decía que el 55% están descontentos con la gestión de la posguerra. El secretario de Estado, Colin Powell, proclamó que EEUU se ocupará "en profundidad" de los abusos, tras la grave denuncia de que los pasaron por alto, efectuada previamente por la Cruz Roja Internacional. Nada Doumani, portavoz de esta organización en Ginebra, afirmó que la Cruz Roja tenía noticias de las torturas meses antes de que salieran a la luz pública. "Sabíamos lo que estaba pasando y pedimos repetidamente a las autoridades de EEUU que emprendieran acciones para corregir la situación", dijo Doumani.