Volvieron las lágrimas, los silencios, las ceremonias... Siete años después de los atentados del 11-S, EEUU volvió a detenerse ayer por la mañana para recordar el mayor atentado terrorista sufrido en suelo norteamericano. Los homenajes a los cerca de 3.000 fallecidos en Nueva York, Washington y Pensilvania llevaron incluso a los dos candidatos a la presidencia, el republicano John McCain y el demócrata Barack Obama, a entablar por unas horas una tregua en su enfrentamiento político, incluyendo la suspensión de la emisión de anuncios cargados de ataques.

En Washington, el presidente de EEUU, George Bush, defendió la guerra contra el terror desencadenada tras el 11-S en la ausencia de atentados en suelo estadounidense desde esa fecha.

"Desde el 11-S nuestras tropas han luchado contra los terroristas en el extranjero para que no tengamos que enfrentarnos a ellos en casa --dijo--. Gracias a los valientes hombres y mujeres y a todos los que trabajan para mantenernos seguros no ha habido otro ataque en nuestro suelo en 2.557 días", dijo Bush, que habló mientras se desveló el memorial construido en honor de los 184 muertos en el atentado contra el Pentágono, el único de los tres monumentos planteados acabado. "Dejaremos de lado la política y nos uniremos para renovar la unidad", anunciaron Obama y McCain en un comunicado conjunto.