A 17 días de las elecciones presidenciales en EEUU ya no hay ni un día para el respiro. Ayer, el presidente George Bush llevó su campaña a tres condados de Florida que en el 2000 votaron por Al Gore, demostrando que ningún voto se da aún por perdido, especialmente en estados bisagra como éste que serán decisivos el 2 de noviembre.

Tanto en los discursos en Palm Beach, Broward y Fort Lauderdale como en su intervención radiada semanal, el presidente mantuvo la combinación de defensa de sus políticas domésticas con duros ataques a su rival demócrata, John Kerry. Este hizo campaña --también centrada en los ataques negativos-- en el decisivo estado de Ohio, donde están en juego 20 votos electorales, siete menos que en Florida.

ACUSACIONES Bush aprovechó que hoy se cumple un año del voto en el Senado en el que Kerry se opuso a financiar con 87.000 millones de dólares las campañas en Irak y Afganistán para acusar a su oponente de haber votado según sus necesidades políticas, en referencia al ascenso hace 12 meses entre los demócratas de Howard Dean.

"En un momento de graves amenazas a nuestro país, de grandes retos para el mundo, el comandante en jefe debe mantenerse en los principios, no en las arenas movedizas de la conveniencia política", dijo Bush. El presidente recuperó así una línea de ataque parcialmente enterrada bajo una que sus estrategas creen que hace más daño a Kerry: acusarle de estar situado muy a la izquierda de la mayoría de los estadounidenses.

Estos, según las encuestas, dan una ligera ventaja a Bush. En un sondeo de Newseek, la diferencia es de sólo dos puntos (48% frente al 46%), aunque aumenta hasta 50% para Bush y 44% para Kerry cuando los encuestados son "probables votantes". Otro sondeo de John Zogby para Reuters coloca al presidente con un 48% de intención de voto y a Kerry con un 44%. Eso sí, mientras un 92% de los republicanos se muestran firmes tras Bush, sólo un 81% de los demócratas confirma su voto para Kerry.

"La fortaleza de Bush es que ha consolidado su base y la debilidad de Kerry es que él no lo ha hecho. Mientras, los indecisos no se están pronunciando", ha analizado Zogby, cuyos sondeos fueron los más certeros en el 2000.

Precisamente entonces, el estado más decisivo fue Florida, y Bush demostró con su viaje su intención de disputarlo ahora. Y si cortejó a un grupo concreto fue al de los judíos, habituales votantes demócratas. El presidente se jactó de haber firmado ayer mismo una ley que requiere al Departamento de Estado que documente los ataques antisemitas en todo el mundo. Lo que Bush omitió es que el departamento que encabeza Colin Powell mostró esta misma semana su oposición a la ley, al considerarla innecesaria.