No es cierto que le hayamos dado la espalda a esta región. A Estados Unidos no se le da el crédito que merece por su ayuda", lamentó ayer George Bush en Sao Paulo (Brasil), la primera escala de una gira que sigue por Uruguay, Colombia, Guatemala y México, y de la cual es posible que regrese a Washington con las manos casi vacías. El presidente de EEUU dijo haber ido a América Latina a "explicar" que EEUU es "una nación generosa y compasiva", algo que "muchos no entienden".

El "mensaje de buena voluntad" está en buena parte relacionado con la necesidad de frenar la influencia de Hugo Chávez. Claro que Bush se abstuvo de nombrar al presidente venezolano. Cuando, durante la conferencia de prensa que ofreció junto al brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, un periodista le pregunto sobre los "puentes de petróleo" que tiende Chávez hacia sus vecinos, Bush apenas sonrió.

Pero el fantasma bolivariano no le hace gracia. "La dependencia de una energía llegada de otro país significa que uno depende de decisiones tomadas por otros", dijo el jefe de la Casa Blanca durante su visita a una planta de Petrobrás en la periferia paulista en la que se elabora biocombustible. La elipsis no pasó inadvertida. Para Bush, comprar petróleo venezolano se está convirtiendo en una cuestión de seguridad nacional.

Es en este contexto que EEUU firmó ayer con Brasil un acuerdo con el que se busca cooperar en la producción de biocombustibles. Una alianza estratégica entre los dos países, que producen el 75% del llamado oro verde , forma a su vez parte del objetivo estadounidense de reducir el consumo de gasolina en un 20% en los próximos 10 años.