Aunque Irak dista mucho de ser un país pacificado, el presidente de EEUU, George Bush, tenía previsto anoche proclamar el fin de las operaciones militares de combate en ese país, cuando se cumplen seis semanas de la guerra iniciada contra el régimen de Sadam Husein y eliminar las armas de destrucción masiva que, según Washington, poseía.

Desde la cubierta del portaviones Abraham Lincoln , Bush tenía que dirigirse a la nación con un discurso medido para no declarar la victoria ni el fin de la guerra en Irak, como matizó su portavoz.

Así, quiso evitar ceñirse a las normas marcadas por la Convención de Ginebra, donde se establece que, una vez acabada la guerra, el bando victorioso debe liberar a los prisioneros de guerra y suspender los ataques.