La iniciativa de Bagdad de acceder a la destrucción de los misiles Al Samud 2 está dando otro giro a la crisis de Irak. Se pone cada vez más de manifiesto que Washington está preocupado ante un hecho cada vez más evidente: no se han elaborado planes para el caso de que la paz se abra camino. Puede parecer increíble, pero algo así ya se vio durante la conferencia de Rambouillet, en 1999, cuando la OTAN terminó atacando Yugoslavia. No había alternativa a la guerra, y ahora parece que tampoco la hay en la cabeza de Bush.Frente a esa rigidez, Moscú vuelve a pensar como superpotencia global. En esta crisis, sus intereses son reales (no como los de

Aznar) y muy variados; y juega a lo que puede para preservarlos. Pero es una potencia europea y por ello apuesta por la diplomacia. A la vez, Putin debe de estar viendo con satisfacción los acontecimientos, porque la derrota de Irak en 1991 fue percibida como un revés del armamento y la estrategia soviéticas.