Un George Bush conciliador esgrimió ayer una rama de olivo ante el islam y apeló directamente al pueblo iraní ante el pulso nuclear que Teherán mantiene con Occidente. "Mi país desea la paz", recalcó el presidente de EEUU frente a los delegados de 192 países del mundo reunidos para inaugurar la 61 Asamblea General de la ONU, con la notoria ausencia de su homólogo de Irán, Mahmud Ahmadineyad.

Washington siguió firme en su decisión de exigir sanciones de la ONU contra Irán si no suspende el enriquecimiento de uranio. Pero la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, en tono conciliador, apuntó que ella está dispuesta a "entrevistarse" con su homólogo iraní si el diálogo entre la UE y Teherán llega a buen puerto. "Si Irán está dispuesto a suspender su plan, nosotros estamos dispuestos a negociar con ellos".