El presidente de Estados Unidos, George Bush, y su homólogo francés, Jacques Chirac, cruzaron las espadas ayer en la ONU a cuenta de la crisis iraquí, demostrando lo distantes que siguen sus posturas. Bush utilizó el foro mundial para pedir ayuda para la caótica reconstrucción de Irak, en la que casi a diario mueren soldados de EEUU.

El líder norteamericano rechazó de plano fijar un plazo para devolver el poder a los iraquís, frente a un Chirac que reclamó, poco después, un "calendario realista" para realizar este proceso.

ESENCIAL PARA LA ESTABILIDAD

La transferencia se "debe desarrollar de acuerdo con las necesidades de los iraquís, no acelerarse ni retrasarse por las voces de otras partes", sostuvo Bush ante todos los miembros de la ONU que asistían a la inauguración de la 58 Asamblea General. Pero Chirac, que defiende la devolución de poderes en un plazo de entre seis y nueve meses, recalcó que "la transferencia de soberanía a los iraquís, que deben tener la única responsabilidad de su futuro, es esencial para la estabilidad", por lo que consideró necesario un calendario.

El Gobierno francés bloqueó en el Consejo de Seguridad la autorización para iniciar la guerra contra Irak, que finalmente lanzó Bush sin su permiso. Ayer, el presidente francés arremetió también contra el unilateralismo exhibido por la Casa Blanca al iniciar por su cuenta el conflicto. "Nadie debería poder adjudicarse el derecho a usar (la fuerza) de forma unilateral y preventiva", recalcó Chirac. "Nadie puede actuar solo en nombre de todos y nadie puede aceptar la anarquía de una sociedad sin reglas. No hay alternativa a la ONU", añadió el mandatario francés.

MAS CRITICAS

Estas críticas a Bush se sumaron a las del secretario general de Naciones Unidas (ONU), Kofi Annan, que arremetió contra la doctrina de defensa preventiva invocada por Estados Unidos, y a las del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, quien advirtió de que "quizá se pueda ganar una guerra en solitario, pero la paz no se puede ganar sin el apoyo de todos".

Bush, sin embargo, pasó por alto la caótica situación creada en Irak por la guerra y se concentró en justificar la intervención. "Gracias a que una coalición de países actuaron para defender la paz y la credibilidad de la ONU, Irak es libre", sostuvo. Aunque reconoció que "algunas de las naciones soberanas de la Asamblea no estuvieron de acuerdo con nuestras acciones", el líder norteamericano desafió a la comunidad mundial a enterrar sus diferencias con EEUU para arrimar el hombro en la reconstrucción de Irak.

"Todas las naciones de buena voluntad deberían alzarse y aportar ese apoyo", afirmó en su discurso. "Cada democracia nueva necesita la ayuda de sus amigos", continuó, bajo la atenta mirada de Ahmed Chalabi, presidente del Consejo de Gobierno iraquí designado por EEUU, que se encontraba en la sala.

APOYO VITAL

Conseguir el apoyo de otros países para soportar la carga de la ocupación de Irak es cada día más vital para Bush, porque la sangrienta y carísima posguerra iraquí se está convirtiendo en su talón de Aquiles político, cara a su reelección en el 2004. De hecho, un sondeo de Gallup/CNN reveló ayer que la guerra ha mermado tanto el respaldo político a Bush que el último aspirante demócrata a la Casa Blanca, el general retirado Wesley Clark, le aventaja en intención de voto (un 48% frente a un 46%).

PAPEL LIMITADO

El presidente trató, además, de convencer a la ONU de que acepte el papel limitado que le ofrece en la posguerra iraquí, para que ayude a redactar la nueva constitución, entrenar a funcionarios y organizar las elecciones democráticas. También Chirac sostuvo que la ONU podría "ayudar a los iraquís a redactar una constitución y celebrar elecciones".

El presidente francés hizo votos por la reforma de las Naciones Unidas que, a su entender, "debe ir acompañada de un refuerzo de la autoridad del Consejo de Seguridad". Chirac defendió la ampliación de este órgano, ya que "es esencial para su legitimidad que su composición refleje el estado del mundo", y abogó por la admisión de nuevos miembros permanentes --con poder de veto-- como Alemania y Japón.