George Bush busca un propósito común colosal con el que unir a su dividido país en año de elecciones. Pero lo que ha ideado quizá sea tan enorme como para ser un estrepitoso fracaso, o tan grandioso como para no quedar más que en una promesa inalcanzable. El próximo miércoles, según anunciaron anteayer fuentes de la Casa Blanca, el presidente de Estados Unidos anunciará su intención de potenciar el programa espacial. Sus ideas incluyen que el hombre vuelva a la Luna para el 2018 e instalar en el satélite terrestre una estación habitable que sería una especie de preludio para el objetivo más ambicioso: enviar misiones tripuladas a Marte.

Los planes de Bush, que anunciará seis días antes de pronunciar su último discurso sobre el Estado de la Unión de su primera legislatura y en el momento de lanzamiento de la campaña para las presidenciales, podrían ser otra declaración generalista de objetivos más que un proyecto concreto. Eso es lo que sucedió esta semana con el plan para regularizar temporalmente a extranjeros indocumentados.

"UN MOMENTO KENNEDY" Las propuestas lunares intentan sin duda que Bush viva lo que uno de sus asesores ha definido como "un momento Kennedy": que repita el éxito del presidente asesinado, que en el año 1961 prometió a la población que el hombre llegaría al satélite terrestre y volvería a la tierra sano y salvo antes de una década.

Sin embargo, para Bush el plan podría parecerse más al de su padre, que en 1989, cuando aún ocupaba la Casa Blanca, anunció su intención de volver a la Luna y viajar a Marte, pero vio fracasar su proyecto ante la falta de apoyo político y económico a un ambicioso plan cuyo presupuesto ascendía a cerca de medio billón de dólares.

La actual idea ha sido delineada en reuniones secretas entre Bush, el vicepresidente, Dick Cheney, el administrador de la NASA, Sean O´Keefe, y otros expertos científicos y asesores. El secretismo, cuando se había prometido un debate público para hablar del futuro de la agencia espacial, puede dificultar que el proyecto presidencial gane apoyo concreto en el Congreso.

Además, nadie quiere ni se atreve a dar cifras sobre el coste de esas potenciales operaciones espaciales en un país donde no hay perspectivas de mejora inmediata del déficit, donde las promesas republicanas han incluido hasta ahora el recorte de gastos y donde la NASA --sumida en una crisis después de que en febrero el Columbia explotara causando la muerte de sus siete tripulantes-- cuenta con un presupuesto de sólo 15.000 millones de dólares (11.718 millones de euros, 1,9 billones de pesetas). Además, la explosión del Columbia hizo que se cuestionara tanto la seguridad de los viajes espaciales tripulados, y no se reanudarán hasta septiembre.

Uno de los asesores de Bush confesó al diario The Washington Post que lanzar ahora el plan espacial es sólo un intento de "unir a la gente emocionalmente alrededor de un gran propósito nacional". Otro se mofó de una idea "loca" y aseguró que "cuesta mucho dinero y no lo hay. Esto destruye cualquier contención presupuestaria", declaró.

La idea de volver a la Luna, instalar una estación y viajar después a Marte ha empezado a dividir también a la propia comunidad científica, que no se pone de acuerdo ante la idea de volver a la Luna, que los humanos pisaron por primera vez en 1969 y por última en 1972.

POCO POR GANAR Según unos expertos, después de mandar 60 naves y 27 astronautas estadounidenses a la Luna queda poco por ganar enviando humanos al satélite, por lo que habría que centrarse directamente en la exploración marciana y no retrasar más la exploración espacial. Según otros, el planeta rojo es todavía inaccesible según la tecnología disponible.

Habrá que esperar además hasta el miércoles para saber si, para poner en marcha tan ambicioso proyecto, Bush buscará una red de apoyo internacional como la que el expresidente Bill Clinton tejió para resucitar el programa de la Estación Espacial Internacional.