El avance sobre el informe de las Naciones Unidas, que equipara a tortura el tratamiento de los presos de Estados Unidos en Guantánamo (Cuba), escoció tanto en Washington que George Bush en persona expresó el lunes su preocupación al secretario general de la ONU, Kofi Annan, en una entrevista en la Casa Blanca. Además, el Departamento de Estado y el Pentágono cuestionaron la veracidad de las conclusiones del documento, que rechazaron por basarse en información "de oídas".

"El informe lo hacen relatores independientes", replicó Annan al presidente de EEUU, según confirmó ayer a este diario su portavoz, Stephane Dujarric. El jefe de la ONU capeó la interpelación del presidente diciendo que "no había leído todavía el informe", añadió el portavoz, dado que el documento no se hará público hasta finales de semana.

PROHIBIDA LA VISITA No obstante, un avance fue filtrado el lunes a la prensa, tanto en Europa como en EEUU, donde causó un gran revuelo porque, además de denunciar el trato inhumano a los reclusos, pidió el cierre de la prisión. Sus autores son cinco relatores dependientes de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, con sede en Ginebra, que no fueron a la cárcel para entrevistarse con los presos, ya que el Pentágono sólo les permitió hacer la misma visita que ofrecen a congresistas y periodistas. Como consecuencia, basaron su informe en declaraciones de exreclusos, sus familias y sus abogados.

"Ninguno de los que escribieron este informe visitó la prisión", criticó el portavoz del Departamento de Estado, Sean McCormack. Además, cuestionó el derecho de los relatores a "publicar un informe de oídas", y subrayó que "en el último año ha habido denuncias sin base sobre lo que pasó en Guantánamo". Por su parte, J. D. Gordon, portavoz del Pentágono, añadió que "los detenidos son tratados de forma humana y reciben excelentes cuidados médicos".