Arrastrado por la debacle de Irak, el presidente de EEUU, George Bush, tenía previsto comparecer anoche ante la nación con solo un 28% de popularidad, la menor de un mandatario desde Richard Nixon durante el escándalo del Watergate (1974), para pronunciar el tradicional discurso sobre el estado de la Unión. En las horas más bajas de sus dos mandatos, Bush se proponía salir por la tangente, presentando diversas propuestas sobre temas nacionales, empezando por la reducción del 20% del consumo de gasolina en 10 años, para frenar el calentamiento global y reducir la dependencia del petróleo extranjero.

Según avanzó la Casa Blanca, el presidente iba a proponer al Congreso demócrata reformar los estándares de consumo de los vehículos, para bajar el consumo anual de gasolina en 8.500 millones de galones (unos 32.300 millones de litros). Así, Bush planeaba fijar el objetivo de reemplazar un 15% del consumo de gasolina por combustibles alternativos para el 2017.

Con solo 300 millones de habitantes, EEUU consume una cuarta parte de toda la energía mundial y ha sido refractario ante los límites impuestos en Kioto (Japón) para frenar el calentamiento global que produce el uso desaforado de combustibles fósiles. Sin embargo, los demócratas que ahora controlan el Congreso quieren revisar las emisiones de gases contaminantes y han presionado a Bush para el ahorro energético.

Sanidad y educación

Bush se proponía además presentar propuestas en otro amplio abanico de temas nacionales, desde la sanidad a la educación, pasando por la inmigración, una cuestión candente, por los 12 millones de sin papeles en EEUU.

Sin embargo, las propuestas no consiguieron apartar la amenazadora sombra de la guerra de Irak que planeaba anoche sobre el Capitolio, donde Bush debía pronunciar su discurso ante el Congreso. "La situación en Irak es horrenda", reconoció apenas horas antes el teniente general David Petraeus, nuevo comandante de las fuerzas estadounidenses en el país árabe.

En declaraciones ante el Senado, Petraeus defendió el envío de 21.500 soldados más a Irak ordenado por Bush, propuesta que ha generado un enorme rechazo popular. El 65% de los estadounidenses se oponen a incrementar los 135.000 soldados ya estacionados en Irak, según el último sondeo del diario Washington Post y la cadena televisiva ABC.

Oposición

El teniente general advirtió que "el camino hacia adelante no será rápido ni fácil", de cara a atajar la violencia que ha sumido a Irak en una guerra civil. La oposición demócrata ya ha dejado claro que se opone a este incremento de soldados, como también algunos republicanos. A ellos se dirigió Bush el lunes al afirmar, en el diario USA Today, que "la mejor manera de convencerlos de que tiene sentido es llevar el plan a la práctica y demostrarles que funciona".