El profundo desencanto de los estadounidenses con la gestión de su presidente, George Bush, lastrará la gira por Asia que el mandatario republicano emprende hoy y que se prolongará toda la semana, un viaje con el que la Casa Blanca intentará remendar la maltrecha imagen de Bush presentándole como un estadista de talla mundial. Sin embargo, el rechazo del 58% de los estadounidenses a su labor --según un sondeo de Ipsos-- le debilitará también en la arena internacional, donde el mandatario padece un rechazo similar.

A comienzos de mes, Bush regresó con las manos vacías de la Cumbre de las Américas en Mar del Plata (Argentina), donde no pudo cerrar el acuerdo de libre comercio con los países americanos y sufrió fuertes protestas populares contra su persona. También ha fracasado en su deseo de persuadir a la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) para que traslade al Consejo de Seguridad el caso de Irán, cuyas ambiciones nucleares son uno de sus principales quebraderos de cabeza. Además, en Asia, su influencia es insuficiente para desatascar las conversaciones a seis bandas y convencer a Corea del Norte de que abandone su programa de armas atómicas.

La pérdida de influencia internacional de la Administración de Bush obedece a que "se la percibe empantanada en Irak y preocupada por su situación nacional", según el especialista en defensa y temas asiáticos Kurt Campbell. Bush, que nunca ha sido excesivamente bien acogido fuera de las fronteras de EEUU, se enfrenta con fuertes explosiones de antiamericanismo cada vez que sale del país.

Por eso comenzará su gira asiática con la parada menos conflictiva, Japón, donde se entrevistará con el primer ministro Junichiro Koizumi. Participará también en la cumbre asiático-pacífica sobre cooperación económica del 18 y 19 de noviembre en Pusan (Corea del Sur) y en Pekín se entrevistará con su homólogo, Hu Jintao.