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Gracias a que el nombre de su mujer acabó por delatarlo, la policía detuvo a Vicente Carrillo Leyva, cabecilla del cártel de Juárez. Le cayó literalmente encima el martes mientras corría en un parque de la capital de México, donde vivía como empresario bajo una identidad falsa. Las autoridades presentaron ayer con orgullo su captura: el hijo mayor y heredero del más poderoso narcotraficante mexicano, Amado Carrillo Fuentes, el llamado Señor de los cielos, oficialmente muerto durante una cirugía plástica hace casi 12 años.

El Gobierno ofrecía una recompensa de un millón y medio de euros por el primogénito de aquel hombre que empezó cuidando bodegas de marihuana en su natal Sinaloa y acabó siendo el más rico de México. El detenido estaba al frente de una mafia que tomó el nombre de Ciudad Juárez, con el fin de controlar la mayor parte de la frontera con Estados Unidos desde el gran estado de Chihuahua.

Con su flota aérea, el Señor de los cielos traficó más cocaína que los otros tres grandes cárteles mexicanos --Sinaloa, Golfo, Tijuana-- y heredó el poder del colombiano Pablo Escobar.

Vicente Carrillo Leyva, de 32 años, aprendió de su padre la discreción que lo diferenció de Escobar. Cambió su nombre por el de Alejandro Peralta y, tras unas gafas gruesas, se hizo pasar por empresario. Según señaló ayer la subfiscal de delincuencia organizada, Marisela Morales, Carrillo ejercía "funciones directivas y de ocultamiento de recursos ilícitos", o lavado y blanqueo de dinero, dentro del cártel de Juárez, "bajo la tutela de su tío, Vicente Carrillo Fuentes, alias El Viceroy ".

UN DESLIZ FATAL Pero la esposa del denominado narco júnior no fue tan cautelosa. El comisionado de la Policía Federal Preventiva (PFP), Rodrigo Esparza, explicó: "Karina Quevedo no cambió el nombre para ocultar su identidad, a pesar de existir antecedentes de que su hermana, Giovanna Quevedo, fue esposa de Rodolfo Carrillo, El Niño de Oro, hermano menor de los Carrillo Fuentes, y ambos fueron privados de la vida en septiembre del 2004 por miembros de organizaciones rivales".

Los enfrentamientos entre los cárteles se han multiplicado desde diciembre del 2006, cuando el entonces flamante presidente, Felipe Calderón, les declaró la guerra y desplegó a 35.000 militares que levantaron como avisperos a estas organizaciones mafiosas en los estados de cultivo y tráfico de drogas. Más que esa guerra, las batallas desatadas entre los cárteles por el control de las rutas y los pasos fronterizos, así como por el dominio de un creciente mercado interno, provocaron 5.600 muertos el año pasado y casi un millar y medio en lo que va de este.

Y son Ciudad Juárez, militarizada desde hace un mes, y el estado de Chihuahua, los frentes más sangrientos de la lucha entre las mafias, particularmente del cártel local y el de Sinaloa. El Gobierno presentó su trofeo como muestra de su "compromiso de combatir el crimen organizado". La guerra continúa.