Nueve soldados estadounidenses murieron ayer al estrellarse un helicóptero militar en la conflictiva ciudad de Faluya, 70 kilómetros al oeste de Bagdad, mientras que un avión de carga de Estados Unidos, con 63 personas a bordo, tuvo que hacer un aterrizaje de emergencia en el aeropuerto de Bagdad. Varios testigos aseguraron que tanto el Black Hawk como el aparato C-5 Galaxy recibieron el impacto de proyectiles lanzados por la resistencia iraquí.

"Al parecer su reactor número cuatro fue alcanzado por un misil tierra-aire, pero fue capaz de dar media vuelta y regresar al aeropuerto para aterrizar", declaró un responsable del Pentágono. En el incidente, que ocurrió por la mañana pero que se hizo público por la tarde, ninguna de las 63 personas que viajaban a bordo resultó herida.

SEGUNDO INCIDENTE El derribo del helicóptero Black Hawk, en cambio, no fue confirmado por ninguna fuente en Washington. De ser así, se trataría del segundo suceso de este tipo en Faluya desde el 2 de enero, cuando un militar norteamericano falleció y otro resultó herido al estrellarse otro helicóptero de EEUU en la ciudad. Con los nueve muertos del helicóptero y el fallecimiento de otro militar ayer tras el ataque contra su base en Seitz el miércoles, los caídos de EEUU ascienden a 226 desde que George Bush dio por acabados los grandes combates en mayo.

Entretanto, las palabras de la Administración de EEUU respecto a las armas de destrucción masiva en Irak siguen yendo en dirección contraria a los hechos. Un equipo militar estadounidense de 400 personas, que formaba parte del grupo de expertos que buscan en Irak restos de programas de armamento químico, biológico y nuclear, han abandonado discretamente el país.

La retirada de los inspectores fue interpretada por algunos militares como una señal de que EEUU ha reducido sus expectativas de encontrar las armas que la Casa Blanca esgrimió como argumento para iniciar la guerra.

PETICION El presidente francés, Jacques Chirac, subrayó ayer la necesidad de transferir, lo antes posible, la soberanía a los iraquís, ya que "el sentimiento de ocupación suscita siempre las mismas reacciones". Chirac calificó de "indispensable" la implicación "fuerte" de la comunidad internacional, a través de la ONU, para dar "plena legitimidad" a la transición.