La afición por las cacerolas le va a costar el cargo, al menos momentáneamente, al primer ministro tailandés, Samak Sundaravej, acosado por protestas ciudadanas desde hace meses. El Tribunal Constitucional sentenció ayer que debe dimitir por haber presentado un programa culinario en una televisión, vulnerando un precepto constitucional que prohíbe a los miembros del Gobierno trabajar en la empresa privada. La decisión tendrá efectos muy limitados, porque nada impide al partido de Sundaravej presentarlo de inmediato tras su renuncia, lo que ya anunció que haría ayer.

El primer ministro había presentado durante siete años el programa Cocinando y protestando , en el que salpimentaba los platos tradicionales tailandeses con afilados comentarios políticos. Lo dejó dos meses después de ser elegido primer ministro.