Unos ocho millones de ecuatorianos eligieron ayer a su nuevo presidente en medio de encuestas contrapuestas de último momento que le daban el triunfo al excoronel Lucio Gutiérrez o lo colocaban en una situación de virtual empate técnico con el multimillonario Alvaro Noboa. En horas de la mañana, Gutiérrez, del Partido Sociedad Patriótica 21 de enero, advirtió sobre la compra de votos en la provincia amazónica de Manabí. "La acusación es infundada", replicó el presidente de su Tribunal Electoral, Marcos Zambrán. Observadores de la OEA también las desestimaron.

El sorpresivo nerviosismo de Gutiérrez fue interpretado en Guayaquil por sus adversarios como el reconocimiento de que la distancia que le llevaba a Noboa se había estrechado de manera sensible. Hace dos semanas era el gran favorito, con 20 puntos de diferencia que se redujeron a uno, de acuerdo con una encuesta de Informe Confidencial, la única consultora que acertó los pronósticos en la primera vuelta. La empresa Market, sin embargo, le seguía dando una ventaja sobre su adversario de 17 puntos.

La única regla de la política ecuatoriana que parecía ayer inalterable tenía que ver con históricas polarizaciones: lo que vota la región costera --en este caso Noboa-- es lo que rechaza la sierra. La elección de este país dolarizado, con una pobreza de casi el 70% y seis presidentes en los últimos seis años, se dirime entre "el menos malo", se señalaba ayer en las calles de Quito.