Seis semanas en la cárcel por destruir una plantación de arroz transgénico no han hecho mella en la determinación del sindicalista francés y símbolo de la antimundialización José Bové, que estrenó su libertad condicional con el anuncio de su probable participación en la contracumbre de Cancún, "para hacer fracasar" la reunión de septiembre de la Organización Mundial del comercio (OMC). Prudente, matizó que "es pronto para hablar de autorización", ya que necesitará del juez para poder abandonar Francia antes de cumplir toda su condena.

Bové cree que aún se puede "impedir que los OGM (organismos genéticamente modificados) entren en la agricultura y en la alimentación".

Bové salió el pasado sábado de la prisión en olor de multitud. Unos 200 simpatizantes lo acogieron en la puerta y lo llevaron en volandas al grito de "hemos ganado".

GRACIA PRESIDENCIAL DEL 14-J

El líder de la Confederación campesina se benefició de la tradicional gracia presidencial del 14 de julio y de la benevolencia del juez de aplicación de penas para salir en libertad condicional. La Fiscalía optó por no recurrir la decisión, que le permite cumplir la condena en libertad con la condición de trabajar para una asociación, fichar en gendarmería cada 15 días y no salir al extranjero sin autorización.

El sindicalista, que aseguró que su paso por la cárcel no ha mermado su "combatividad", está más decidido que nunca a resistir al avance de la mundialización liberal.

Su popularidad llegó en 1999 cuando organizó el "desmontaje" de un restaurante McDonald´s, símbolo de la comida industrial, como protesta por las sanciones aduaneras impuestas por EEUU a los productos europeos. Desde entonces ha estado en todos los frentes, desde las cumbres de la OMC y el G-8, a los foros sociales de Porto Alegre, o al lado de los campesinos zapatistas y palestinos. Siempre fiel al carácter sindical de su lucha, añade ahora la reivindicación por la humanización de las condiciones de los presos.