Los observadores del referendo que el pasado domingo confirmó a Hugo Chávez como presidente de Venezuela, el Centro Carter y la Organización de Estados Americanos (OEA), seguían ayer sin hallar ningún elemento de falsificación ni en las máquinas ni en las papeletas, pero no lograban disipar la convicción opositora de que el revocatorio culminó con un "megafraude".

El expresidente estadounidense Jimmy Carter aseguró, junto al presidente de la OEA César Gaviria, que las "pequeñas disparidades" halladas al cotejar máquinas y papeletas en una nueva auditoría no eran "suficientes como para cambiar los resultados". La oposición señaló que, en estas circunstancias, no puede acudir a las elecciones regionales de septiembre, y pidió que se retrasen.

Las urnas de cartón de 150 mesas electorales escogidas al azar fueron trasladadas a la sede del Consejo Nacional Electoral (CNE) para ser sometidas a una auditoría pública y comprobar que, efectivamente, las papeletas que contienen coinciden con los resultados de las máquinas automáticas que las escupieron. La oposición rechazó participar en la auditoría y señaló que las mesas que habría que cotejar son las que arrojaron resultados extrañamente similares, ya que el supuesto fraude se cometió con una manipulación anticipada de las máquinas.

Carter dijo que el argumento de la Coordinadora Democrática resultaba "bastante vago", y fue caceroleado y abucheado en un restaurante de lujo de Caracas. El sindicato Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) tampoco aceptó el resultado.

Los enfrentamientos verbales entre seguidores y detractores de Chávez mermaron ayer en la calle, si bien un estudiante murió y otro estaba grave después de que unos desconocidos les dispararan en Caricuao, al este de la capital, cuando celebraban la victoria del no . En la noche del martes el Gobierno informó de tres muertes más.