Downing Street hace frente a una creciente presión para esclarecer su supuesta intervención en favor de la liberación por razones humanitarias del único condenado por el atentado de Lockerbie, ante la sospecha de que este ha sido utilizado como moneda de canje para preservar los intereses comerciales de varias empresas británicas que operan en Libia.

El ministro de Justicia escocés excarceló el pasado jueves a Abdelbaset Alí Mohamed al Megrahi, de 57 años, y a quien quedan solo meses de vida, según pronostican los médicos, debido al cáncer de próstata que padece. Pero la fastuosa recepción de la que fue objeto a su llegada a Libia y la posterior bienvenida que le brindó, con abrazo incluido, el líder del país, Muamar el Gadafi, provocaron una ola de indignación entre la prensa británica, la oposición y parte de la opinión pública.

Por si fuera poco, el agradecimiento de Gadafi al primer ministro Gordon Brown --y hasta a la reina Isabel II-- por "alentar" al Gobierno escocés a tomar una "valiente" decisión levantó, aún más si cabía, las suspicacias. Y el hecho de que Brown, de vacaciones, no haya salido de su silencio, a pesar de trascender que escribió a Gadafi para pedirle que "actuara con tacto", está minando las explicaciones oficiales de que la liberación de Al Megrahi fue una decisión única y exclusiva del Gobierno de Edimburgo.

Las conjeturas sobre la existencia de un pacto se vieron acrecentadas tras las declaraciones a una televisión libia del hijo del coronel Gadafi, Seif al Islam, quien afirmó que el asunto de la liberación siempre estuvo "encima de la mesa" en negociaciones con el exprimer ministro Tony Blair para la consecución de contratos de explotación petrolífera y de gas con el Reino Unido. Desde que cinco años atrás Blair empezara a esforzarse en descongelar las relaciones diplomáticas con el país africano, empresas británicas como BP, BG o con participación británica como Royal Dutch Shell han firmado acuerdos ventajosos. Gadafi precisó ayer que la liberación es "un paso que beneficia las relaciones entre los dos países".

Las palabras de Al Islam fueron desmentidas tajantemente por el ministro para Empresas y numero dos de facto del Gobierno de Brown, Peter Mandelson. "No solo es errónea, sino que tal sugerencia es ofensiva", subrayó Mandelson. Este reiteró que en sus encuentros con los dirigentes libios siempre dejó claro que tal decisión competía al Gobierno de Escocia y no al de Londres.

INDIGNACION EN EEUU Sin embargo, sus explicaciones no contentaron a la oposición, que pidió la comparecencia de Gordon Brown. Y, en Estados Unidos, menos contento se mostró el director del FBI Robert Mueller, quien publicó una furibunda carta enviada al ministro de Justicia escocés Kenny MacAskill. En ella, Mueller se manifiesta "indignado". "Su decisión es una mofa a la justicia. Da tranquilidad a los terroristas del mundo entero".

Mientras, Al Megrahi, que lamenta el revuelo que ha causado su puesta en libertad, aseguró que el presidente de EEUU, Barack Obama, uno de los más críticos, debería saber que no va a hacer nada más que ir al hospital y esperar la muerte.