"Señores, Cuba no necesita a EEUU, Cuba no necesita a Europa. Ha aprendido a prescindir de ellos", declaró el presidente cubano, Fidel Castro. Y, sonriente, añadió: "¡Qué cosa tan deliciosa poder decir eso, que no necesitas de ninguna de esa gente!".

Era la primera reacción de las autoridades de la isla caribeña al anuncio de los ministros de Exteriores de la UE, el lunes, sobre la suspensión de las sanciones impuestas en junio del 2003 por las condenas contra 75 disidentes. Después de esta airada reacción de Castro, el alto representante de la política exterior de la UE, Javier Solana, recordó que el fin de las sanciones fue un "gesto de buena buena voluntad", pero que "si no hay respuesta", se cambiará de política.

El mandatario intervino más de cuatro horas en la inauguración de un Congreso Internacional de Pedagogía, dos de ellas puesto en pie, después de que parecía que la sesión iba a concluir. Ante 2.000 delegados, comparó a su país con un condenado a muerte. "Parecemos alguien de una cárcel de Tejas, condenado a muerte y en capilla ardiente; le hacen un recurso y le posponen la vida unos meses más". "No quiero burlarme", dijo Castro pero, burlón, insistió: "Europa nos va a perdonar la vida unos mesecitos más, hasta junio, observando cómo me porto". De todas formas, dijo que algunos en Europa han actuado de buena fe.

"TENGO QUE CALLAR" Consciente de que sus declaraciones podrían afectar a la recién pactada normalización, indicó que tampoco quería estropear "el trabajo" realizado por el ministro de Relaciones Exteriores, Felipe Pérez Roque. "Tengo que callar, porque no quiero ayudar a la gusanera el exilio de Miami, ahora que están diciendo que Europa está haciendo el juego y se ha vendido ante el tirano Castro".

Con anterioridad, dirigió sus dardos contra George Bush, a quien llamó "enajenado". Le advirtió contra "el disparate" de invadir la isla.