"Traidores", "vagabundos", "lumpen", "delincuentes que no cuentan con ningún apoyo y viven de la publicidad exterior". El presidente de Cuba, Fidel Castro, arremetió ayer sin miramientos contra los disidentes cubanos, a los que, dijo, considera meras marionetas del presidente estadounidense, George Bush, y del jefe de la Sección de Intereses de EEUU en La Habana, James Cason. Castro considera que la manifestación del pasado viernes ante la Embajada de Francia era un "acto de traición" y dijo que no tolerará más "provocaciones".

De este modo, el mandatario cubano trató de justificar la detención de 33 opositores durante las horas previas a la manifestación. Once de ellos siguen bajo arresto. "Así ocurrirá cuantas veces sea necesario, cuando los traidores y los mercenarios sobrepasen un milímetro lo que el pueblo revolucionario está dispuesto a permitir", subrayó.

El líder cubano pronunció un discurso de cuatro horas para conmemorar el asalto al cuartel Moncada, considerado el punto de partida de la revolución. Para Castro, los disidentes se están aprovechando de la "tolerancia" demostrada por el régimen al permitir, en mayo, la reunión de la ilegal Asamblea para Promover la Sociedad Civil.