Tal como preveían todos los sondeos, el socialdemócrata Aníbal Cavaco Silva fue elegido nuevo presidente de Portugal con mayoría absoluta, convirtiéndose en el primer conservador que llega al palacio de Belém tras el fin de la dictadura (1974). Enfrente tenía a una izquierda dividida entre cinco candidatos. Quien salió mejor parado fue Manuel Alegre, pese a que no contó con el apoyo del Partido Socialista (PS), que prefirió apostar por Mário Soares. Un grave error de cálculo que abre una profunda crisis en la formación. Cuando Alegre prefirió no plegarse a la disciplina partidista y optó por ser candidato "independiente" dejó de contar con un solo apoyo del aparato socialista.

SONDEOS Pocos minutos después de cerrar los colegios electorales ya se vivían momentos de euforia en la sede de la candidatura del exprimer ministro del Partido Socialdemócrata (PSD, conservador), que prefirió vivir la noche electoral en su casa, junto a su familia. En la calle, según se iban conociendo los primeros resultados, empezaron a llegar personas con banderas que coreaban el nombre del futuro presidente. "Será el presidente ideal para Portugal por su educación e inteligencia", dijo una señora, emocionada, antes de reconocer que era su vecina.

APOYO DE MINISTROS Cuando se habían contabilizado los votos de 4.060 de los 4.260 municipios, Cavaco lograba el 50,81% de los sufragios. La segunda vuelta quedaba así descartada del panorama presidencial, rompiendo los esquemas de la izquierda, que a lo largo de la campaña hizo todo lo posible por arrebatarle la victoria a Cavaco.

El gran derrotado de la noche fue Soares, el candidato apoyado por el Gobierno y por el PS, que resultó tercero, lejos de sus perspectivas, con el 14,12% de los votos. El fundador del PS recibió la noticia desde la sede de su candidatura, en la que el ambiente de derrota empezó a sentirse antes de que se cerraran los últimos colegios. Hasta allí se desplazaron varios ministros para dar su apoyo a Soares.

Por su parte, el poeta Manuel Alegre llegó a la sede de su candidatura poco después del cierre de los colegios electorales. El diputado socialista recogió el 20,72% de papeletas. En cuarto lugar quedó el comunista Jerónimo de Sousa (8,65%).

CAMPAÑA SOBRIA La candidatura de Cavaco Silva, basada en la sobriedad y en la falta de críticas hacia los otros candidatos, parece haber sido la más eficaz. La victoria que anoche consiguió el conservador significa que a partir del próximo 9 de marzo, cuando tome posesión del nuevo cargo, contará con el apoyo mayoritario de los portugueses. La imagen de político serio y de hombre firme ha sido uno de sus mejores argumentos. Aunque durante la última semana de campaña parecía que Aníbal Cavaco Silva estaba perdiendo la confianza de los electores, al final resultó ser un simple espejismo y no fue preciso una segunda vuelta para elegir al sucesor de Jorge Sampaio.

La jornada electoral transcurrió con normalidad y sólo se registraron incidentes en dos municipios del norte de Portugal, en los que varios habitantes intentaron boicotear las elecciones como forma de protesta por problemas internos.

LLAMAMIENTO DE BARROSO A lo largo del día, los principales dirigentes portugueses llamaron a ejercer el derecho de voto, ya que las elecciones presidenciales suelen ser poco participativas. El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, que viajó a Portugal para votar, pidió a sus compatriotas que acudieran a los colegios, "ya que estas elecciones tienen unas consecuencias muy importantes para la vida democrática de Portugal". La afluencia a las urnas acabó por ser una de las más elevadas de la historia de Portugal, situándose en el 62%.