Algunos llevaban años haciendo negocios en Irak. Otros intentan acceder a un mercado que para ellos sería nuevo. Todos son conscientes de que la situación creada por la guerra y la caída del régimen de Sadam Husein ofrece oportunidades únicas. Pero el caos y el clima de inseguridad y violencia que reina en el Irak ocupado les frena. Siguen a la expectativa.

Directivos de 25 empresas españolas han pasado cinco días (desde el pasado miércoles hasta el día de ayer) en Ammán, capital de la vecina Jordania, en una misión comercial organizada por el Consorcio Hispano Iraquí de Comercio. Su objetivo era reunirse con comerciantes iraquís y explorar el terreno. "Nosotros hemos comerciado con Irak desde 1999, dentro de los límites del programa Petróleo por Alimentos", explica José Luis Maté, director de exportación de Uralita, una empresa zaragozana que fabrica sistemas de riego. "Esperábamos que se crearía un mercado más libre y menos corrupto. Pero en la situación actual no se puede hacer nada. El dinero es cobarde. Nadie de nosotros se va a jugar la vida", añade.

GRANDES OPORTUNIDADES

Los participantes en la misión se encontraron con algo no previsto en el programa. La Embajada de Estados Unidos se enteró de su presencia y envió a dos militares para tratar de convencerles de que Irak no es tan peligroso como se cuenta. Además --les dijeron-- las grandes oportunidades de negocio se están creando ahora, porque cuando se estabilice la situación, habrá demasiada competencia. "Nos pintaron una situación de color de rosa, que sabemos que no es cierta", explica Pedro Garay, de la bilbaína Astilleros Zamakona.

Fahd Barazin, de la barcelonesa Grifería Martí, asegura que incluso ha conseguido un pedido. Pero él sólo debe enviar la mercancía. En cambio, a Fernando Couñago, de Imos, empresa radicada en Vigo, un iraquí le propuso reparar la refinería de Basora, "pero sin ofrecer ninguna seguridad a los trabajadores".

Los técnicos y consultores internacionales que se precipitaron sobre Irak al término de la guerra optaron por largarse después del asesinato, hace meses, de un ingeniero norteamericano. Y ahora nadie se atreve a ir.