La capital de Jamaica, Kingston, siguió ayer bajo estado de sitio, en medio de una tensa calma, tras dos días sangrientos y una escalada de violencia por el intento de las autoridades de detener al narcotraficante Cristopher Dudus Coke para extraditarlo a Estados Unidos. Con todo cerrado y la gente en sus casas, el número de víctimas se detuvo en algo más de 60, pero las escaramuzas continuaron en los barrios del oeste, donde se atrincheran los mafiosos y los seguidores de ese padrino caribeño.

El caos reinaba en buena parte de la capital jamaicana y las llamas se alzaban aún de las barricadas en las calles principales de los barrios de Tivoli Gardens y West Kingston, donde soldados y policías fueron recibidos a tiros. Después de tres días de buscar a un volátil Coke, el saldo anunciado por las autoridades era de varios centenares de detenidos, en teoría por estar armados, frente a dos o tres policías, un soldado y varias docenas de muertos que el primer ministro, Bruce Golding, definió como "ciudadanos inocentes y acatadores de la ley que fueron atrapados por el fuego cruzado".

PREOCUPACION Golding compareció ante la Cámara de Representantes para lamentar las muertes y prometer que las fuerzas de seguridad "acabarán con este estado de desorden y restablecerán la ley y la calma en las áreas afectadas". Si el aspecto del primer ministro era de preocupación, las declaraciones del ministro de Seguridad Nacional, Dwight Nelson, no fueron alentadoras: "He hablado con varios comandantes para que no se desanimen con su trabajo de proteger a Jamaica".

El Gobierno jamaicano pidió a EEUU lo que Washington calificó como "una ayuda menor": chalecos antibalas. La ensalada de tiros podía reanudarse en cualquier momento. Al mismo tiempo, las autoridades prometieron investigar los excesos de las fuerzas del orden en los combates de Tivoli Gardens. Las primeras investigaciones independientes confirmaron que solo en el intento de asalto policial al feudo de Coke murieron al menos 44 civiles en medio de una batalla campal.

En el hospital público de Kingston confirmaron que el martes llegaron al hospital "una cincuentena de cuerpos" a bordo de dos camiones. Un periodista de la agencia France Presse vio llegar un tercer vehículo con 12 muertos, entre ellos un bebé, todos alcanzados por balas y ráfagas de fusiles de asalto. Casi un centenar de personas resultaron heridas levemente en las refriegas que estos días protagonizaron las bandas mafiosas y los vecinos contra soldados y policías.

APOYO DE ALTO NIVEL No importaba el peligro a los marginados. Quien no tenía arma esgrimía una pancarta de cartón: "Jesús murió por nosotros. Nosotros moriremos por Dudus ". Y Coke hallaba apoyo a más altos niveles, lejos de Tivoli, en despachos y mansiones en los que se le defiende como "un hombre de negocios y no un capo mafioso". Así lo declaró hace pocos meses al diario Jamaica Observer su exabogado y senador Tom Tavares-Finson. Para anadir: "Nadie ha oído que esté envuelto en ninguna actividad delictiva".

El asedio de los militares y la policía a las barriadas del oeste de Kingston parecía haberse detenido. Los helicópteros ya no sobrevolaron ayer Tivoli Gardens. Junto a la alerta, la vigilancia y las armas en ristre, allí reinaba ayer la preocupación por la suerte de los detenidos, alrededor de 300, en manos de un Ejército sospechoso no solo de maltratos, sino también de desapariciones. Y en realidad, tanto los seguidores de Coke como las autoridades que desde el domingo tratan de cazarlo, se inclinaban a pensar que el esfumado capo puede estar ya en cualquier otro lugar menos en Tivoli Gardens.