Divididos y crispados, los venezolanos acudieron ayer a las urnas para pronunciarse a favor o en contra de los cambios constitucionales propuestos por el presidente, Hugo Chávez, para instaurar el socialismo del siglo XXI y permitir su reelección indefinida. Anoche, justo después del cierre de los colegios, fuentes próximas al Gobierno manejaban un sondeo que daba al bando chavista entre 6 y 8 puntos de ventaja. Chávez afirmó que respetará el resultado "sea cual sea" y dijo confiar también en lo mismo de "la otra parte".

Disparos de salva, petardos de grueso calibre y la diana militar reproducida desde coches con altavoces a nivel ensordecedor despertaron a las cuatro de la madrugada a los venezolanos en las ciudades de todo el país, como en los anteriores procesos electorales de la era Chávez . Los votantes formaron largas filas desde antes del amanecer, a la espera de que, a las seis, abrieran los 11.132 colegios electorales. "Hay que votar, porque este día es trascendental para Venezuela", comentaron diversos electores.

Muchos iban provistos de sillas, sombrillas y lectura. Algunos presidentes de las 33.614 mesas retrasaron la apertura de las urnas con discusiones sobre si la tinta que iba a marcar el dedo de los electores era suficientemente indeleble. Más de 140.000 militares resguardaron los recintos electorales y se apostaron en las azoteas de algunos barrios, como la parroquia 23 de enero, bastión del chavismo, donde votó el presidente, con sus hijos y nietos.

Algunos de sus ministros votaron en los barrios residenciales del este de Caracas, donde fueron recibidos con gritos e insultos. A la puerta de los colegios electorales del barrio rico de Altamira, los votantes hablaban de que "hay que poner un alto a esta banda de malandros delincuentes que está en el poder" o "no al socialismo autoritario".

CERROS DE LA POBREZA En los cerros de la pobreza y entre los monstruosos bloques de viviendas del 23 de enero, muchos anunciaban su voto con sus camisetas o gorras rojas y hacían cola en un ambiente animado por música. Un dirigente del emblemático barrio chavista, José Urbina, explicó: "Estuvimos 40 años metidos en una vitrina; el presidente nos sacó y ahora somos corresponsables del Gobierno". Tanto José como otros vecinos dijeron que, aunque ganara el no , no iban a permitir que les quitaran "las misiones y todas las mejoras conseguidas en estos nueve años", bajo Chávez.

En los barrios de clase media, unos y otros se alternaban en la cola sin hablarse. En un colegio electoral de La Florida, por ejemplo, un votante afirmó: "Dicen que este hombre es un dictador, cuando lo que está dando es más democracia".