El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, montó en cólera cuando el director de Human Rights Watch (HRW), el chileno José Miguel Vivanco, presentó el jueves en Caracas el crítico informe Una década de Chávez: intolerancia política y oportunidades perdidas para el progreso de los derechos humanos . A las pocas horas, en la madrugada de ayer, una "comisión especial" con despliegue militar sacó del hotel Meliá-Caracas, llevó al aeropuerto y metió en un vuelo a Brasil tanto a Vivanco como al subdirector de HRW, el estadounidense Daniel Wilkinson.

El Gobierno bolivariano lanzó un espectacular anuncio para conspiradores , ante un informe que señala que en Venezuela se practican políticas que han degradado la democracia. Mientras la oposición destacaba que el régimen va camino de la "ruptura y el aislamiento internacional", varios ministros salieron a la palestra para denunciar que Human Rights Watch es una "organización fachada de EEUU" y convocaron una gran manifestación de "repulsa a la injerencia".

Anoche, el centro de la capital y otras ciudades venezolanas se tiñeron de nuevo con el rojo de las camisetas y las gorras de los seguidores chavistas.

EL ALEGATO El ministro del Poder Popular para las Relaciones Exteriores, Nicolás Maduro, encargado de la expulsión, fue el primero en destacar que Vivanco, "de manera abusiva y grosera, presentó una rueda de prensa donde vilipendió a las instituciones de la democracia e hirió la dignidad del pueblo". Su nota oficial precisa que Vivanco "violentó la Constitución y las leyes, agredió a las instituciones venezolanas y se inmiscuyó ilegalmente en asuntos internos".

El demoledor resumen de un informe que ha requerido un año de investigación vino a estallar como una bomba en medio del ambiente de confrontación ante las elecciones municipales y de gobernadores previstas para el próximo mes de noviembre.

El informe de Human Rights Watch, de 267 páginas, denuncia la supuesta falta de independencia del poder judicial, las actuaciones contra medios de comunicación opositores, la ausencia de elecciones sindicales libres, la "actitud de confrontación agresiva frente a los defensores de derechos humanos y las organizaciones de la sociedad civil". En su rueda de prensa caraqueña, Vivanco habló del "desprecio" gubernamental a "garantías institucionales y derechos fundamentales".

EL GOLPE DEL 2002 La oenegé reconoce que "la violación más grave del Estado de derecho en Venezuela durante los últimos 10 años fue el golpe de estado" que apartó a Chávez del poder dos días en abril del 2002. "Pero, lamentablemente, el Gobierno de Chávez ha explotado el golpe desde entonces para justificar políticas que han degradado la democracia en el país", precisó Vivanco. El director de HRW añadió: "Nos preocupa mucho la situación en Venezuela, nos preocupa que el debate político se dé en un contexto donde hay instituciones políticas tan débiles".

"¡Ya basta, señores, ya basta!", clamó ayer el ministro de Comunicación, Andrés Izarra, al asegurar que el informe forma parte de los "planes golpistas, conspirativos y de magnicidio que se vienen adelantando en contra de Venezuela". Izarra denunció a Human Rights Watch como un "instrumento del Departamento de Estado de EEUU y los poderes imperiales" con "récord de acciones de injerencia en Venezuela, infamias y canalladas".

Los diputados de la uniforme Asamblea Nacional no se quedaron atrás. Calificaron la investigación de "mentirosa, delictiva y soez", y la presentación que hizo Vivanco, de "cochinada, porquería y panfleto". El diputado Saúl Ortega resumió así la cuestión: "Una democracia vigorosa donde las instituciones están afianzadas porque respetan los intereses del pueblo y viene este imbécil a hablar de violación de derechos humanos con un pobre informe de un pobre hombre".

Human Rights Watch no se calló. "La expulsión del equipo deja aún más claro que Venezuela está yendo por el camino de la intolerancia --dijo Kenneth Roth, director ejecutivo de la oenegé--. Chávez pudo haber expulsado al mensajero, pero simplemente ha reforzado el mensaje: las libertades civiles están en peligro". Y al aterrizar inopinadamente en la ciudad de Sao Paulo, José Miguel Vivanco sentenció: "El propósito es intimidar a la sociedad civil interna".