Este es un mes negro para la aviación comercial. Empezó con la mayor catástrofe de la historia de Air France --que costó la vida a los 228 pasajeros del vuelo Río-París-- y acabó ayer con el siniestro de la compañía yemení Yemenia. El avión, un A-310 que tenía prohibido volar en Francia, cayó al océano Indico poco antes de aterrizar en Moroni (Islas Comores) con 153 personas a bordo. Solo una se salvó.

Una niña de 14 años sobrevivió en alta mar gracias al chaleco salvavidas. Se trata de otro aparato de la constructora europea Airbus y de otra larga lista de víctimas francesas, puesto que el vuelo partió de París. A bordo viajaban 66 personas de esta nacionalidad, pertenecientes a la comunidad de las Islas Comores residente en Francia.

También embarcaron 45 comorienses. El avión en el que despegaron del aeropuerto Charles de Gaulle el lunes a las 8.55 no era el mismo que sufrió el accidente 16 horas después a 19 kilómetros de su destino.

ESCALA Yemenia fletó un A- 330 en perfecto estado para cubrir la línea entre París y Saná, capital de Yemen. El avión hizo antes escala en Marsella, ciudad que acoge al mayor colectivo de inmigrantes de esta antigua colonia francesa. Una vez en Saná, los pasajeros fueron transferidos al aparato siniestrado, un A-310. El modelo --que dejó de fabricarse en el 2007-- entró en servicio hace 19 años y pertenecía a la primera gama de los birreactores de largo recorrido construidos por Airbus. Pertenecía a Yemenia desde hace 10 años y acumulaba 51.900 horas de vuelo. Nada preocupante para la seguridad, según los expertos, si se realiza un buen mantenimiento.

La última revisión en Francia data del 2007. Las autoridades decretaron que el aparato no estaba en condiciones de volar. Se detectaron "numerosas deficiencias" y faltaba documentación, por lo que tenía prohibido operar en los aeropuertos franceses. La compañía de Yemen no está en la lista negra, pero era objeto de suspicacias por parte de los responsables de aviación civil. De hecho, sus clientes de las islas Comores se habían quejado a las autoridades de su país por el mal estado de los aviones que cubrían el trayecto entre Saná y Moroni. "Lo habíamos denunciado, nos meten en aviones basura, auténticos féretros volantes", se indignaban ayer los familiares de las víctimas reunidas en el aeropuerto Charles de Gaulle.

Algunos decían que, además del trato "indigno" de la tripulación, los aparatos tenían un aspecto lamentable. "En algunos asientos no había ni cinturón de seguridad", se quejaba un usuario que acaba de perder a dos familiares. La compañía, por su lado, niega toda acusación de mantenimiento incorrecto de los aviones. Según un portavoz, el culpable debe buscarse en "las malas condiciones meteorológicas" de la zona.