Unos ocho millones de chilenos deciden a partir de hoy si le renuevan la confianza a la Concertación Democrática, envejecida en sus rostros y sus hábitos tras dos décadas de ejercicio del poder, o si es tiempo de que una derecha que ha disimulado el pinochetismo explícito vuelva a gobernar. Son las elecciones más importantes desde 1988, el año en que el dictador Augusto Pinochet fue derrotado en un plebiscito y se puso en marcha una compleja transición. A pesar de todo lo que parece estar en juego, se huele en las calles de Santiago el aroma del desencanto.

En estos 20 años de Concertación Democrática (CD), la coalición hegemonizada por democristianos y socialistas, la sociedad ha experimentado cambios inéditos. "Chile nunca vivió niveles de desarrollo e inclusión social como los actuales", sostiene el politólogo Patricio Navia. La CD, dice Navia, corrigió lo malo de la dictadura y mejoró lo bueno: redujo la pobreza, introdujo mecanismos de protección social y consolidó las instituciones. "En muchos aspectos, Chile es hoy un país más neoliberal que hace 20 años", sostiene no obstante Navia.

En 1990, cuando asumió el poder el primer presidente de la Concertación, Patricio Aylwin, el 60% de los niños asistían a clase en colegios públicos. Hoy son el 47%. Cuatro de cada diez chilenos cursan estudios superiores de pago. Siete de cada diez de ellos provienen de familias en las cuales nadie antes había ido a la universidad.

CAPITAL PRIVADO Chile es el país que más tratados de libre comercio ha suscrito en el mundo. Las exportaciones representan un 46,6% de su PIB. Los grandes servicios públicos y los recursos naturales están en manos privadas. En este país urbano cuyas élites siguen añorando el pasado rural, se rinde a la par culto al progreso y la tecnología. La publicidad invita a estar "en onda" con los nuevos tiempos, a tener para ser parte del futuro que solo se juega en el acto de comprar y consumir.

Es el mismo Chile en el que el 54% de los trabajadores ganan 355 euros al mes y la mujer percibe las peores remuneraciones. El consumo los consume. En los años 80, comenzó aquí el negocio de las tarjetas de crédito, de la mano nada menos que de Sebastián Piñera, el candidato de la alianza de derechas que conforman su partido, Renovación Nacional (RN), y la Unión Demócrata Independiente (UDI).

En 1991 circulaban 890.481 de esos plásticos. Actualmente, todo se paga con esos 6 millones de tarjetas. Eso ha permitido que los estratos más bajos aumenten sus bienes. Casi todos tienen en sus casas neveras, lavadoras y teléfonos celulares.

ENDEUDADOS HASTA LAS CEJAS El lado oscuro de la fiebre consumista que en las fiestas de fin de año roza el paroxismo se traduce en que el 26,4% de los chilenos gastan más de lo que ganan, y el 48,6% apenas evitan los números rojos. Siete de cada diez familias tienen una o más deudas con bancos, grandes tiendas o algún familiar. Seis de cada diez personas sienten angustia por esa carga.

El 70% de los chilenos dicen ser católicos. La Iglesia juega un papel tutelar que la Concertación solo osó discutir con la ley de divorcio y la eliminación de la censura. Así y todo, todos los candidatos presidenciales salieron abiertamente a buscar el voto de las minorías sexuales, incluso sectores de la UDI, un partido saturado de numerarios del Opus Dei y los Legionarios de Cristo. "La sociedad va más adelante que la política y las instituciones", opina Héctor Soto, columnista del diario chileno La Tercera. Y si bien la sociedad es más tolerante, también está más despolitizada que en 1988. Entre los 10 temas más buscados en Google por los chilenos figuran el horóscopo chino, el fútbol, The Jonas Brothers, los juegos online, Michael Jackson, Harry Potter; la búsqueda de becas y créditos han sido los tópicos que concitaron mayor interés.