Augusto Pinochet no festejará hoy su 90º cumpleaños en libertad provisional. Pocos minutos después de pagar una fianza de 9.243 euros que le había impuesto el juez Carlos Cerda tras encausarlo por sus cuentas secretas, otro magistrado, Víctor Montiglio, ordenó ayer su procesamiento y arresto domiciliario al acusarlo de la muerte de tres opositores en el marco de la operación Colombo, un montaje llevado a cabo por la policía secreta de la dictadura chilena (Dina) en 1975 para asesinar a 119 personas. El fallo de ayer tuvo un efecto devastador en Pinochet, cuyo entorno pensaba conmemorar hoy la efemérides del dictador con los muy escasos simpatizantes que le quedan, pero en un tono desafiante.

La decisión tomada por Montiglio no sorprendió a nadie en Santiago. El juez primero había recibido un informe de los peritos que examinaron a Pinochet y lo encontraron en pleno ejercicio de sus facultades mentales.

"ME CONFUNDI" Después vino el histórico careo entre el dictador y el general Manuel Contreras, que bajo sus órdenes manejó la policía secreta hasta 1977. En esa oportunidad, Montiglio le pidió que ratificara las razones por las cuales se había desprendido de Contreras. Y Pinochet, que había alegado la existencia de una oferta indecorosa por parte de su subordinado, volvió sobre sus pasos. "Me confundí, pido excusas", dijo, y terminó confirmando haber sido el verdadero poder de la Dina.

Los dos procesamientos en cadena en menos de 48 horas no tuvieron nada de casual. El abogado del dictador, Pablo Rodríguez, organizaba ayer su estrategia para volver a obtener la libertad provisional y luego apelar los dos fallos adversos. Mientras tanto, Pinochet se encontraba solo. Ni los militares ni la derecha fueron a darle consuelo. Incluso su familia está dividida por el escándalo de los 22,6 millones de euros descubiertos en las cuentas secretas.