Jaques Chirac se ha visto obligado a salir en defensa de su primer ministro, Dominique de Villepin, que sigue sin levantar cabeza dos meses y medio después de dejar atrás la estruendosa crisis del contrato de primer empleo. Ante la acusada debilitad de Villepin, que no ha dejado de enlazar problemas, el presidente de la República quiso mostrar a los franceses que sigue al frente del timón --cosa que se está poniendo en duda-- y que, pese a la tormenta, el barco está lejos de hundirse.

"El contrato se ha cumplido, no veo en nombre de qué debería cambiar al Gobierno", manifestó anoche en una entrevista televisada cuyo objeto era expresar pública y solemnemente su determinación a continuar con el actual Ejecutivo hasta las elecciones presidenciales de la primavera del 2007. Nada aclaró sobre su eventual retirada. Aunque todo el mundo da por hecho que no repetirá, él no se ha pronunciado. "Lo haré durante el primer trimestre del 2007", aclaró.

Ayer se trataba, por tanto, de ahuyentar las "visiones catastrofistas" y redoblar la confianza en Villepin. Chirac insistió en que el primer ministro cumple con la "hoja de ruta" que le ha marcado: lucha contra el paro, seguridad, crecimiento económico y asentar las bases para afrontar los retos del futuro. Admitió, no obstante, la existencia de "inquietud" y de "insatisfacción" en la sociedad francesa.

De hecho, la insatisfacción se dejó entrever ayer en el influyente diario británico Financial Times (FT), que publicó un duro editorial en el que analiza la extrema debilidad del primer ministro francés, Dominique de Villepin, del que asegura "ejerce el cargo pero no el poder".