A pesar de la debacle electoral sufrida por la mayoría gubernamental en las elecciones regionales del pasado domingo, el presidente francés, Jacques Chirac, confirmó ayer a Jean-Pierre Raffarin como primer ministro y le encargó la formación de un nuevo Gobierno. La decisión fue calificada por la oposición de izquierda como una prueba de la "sordera" del jefe del Estado ante el mensaje de las urnas, y fue acogida con discreción por la mayoría de derechas. Sólo el centrista Fran§ois Bayrou se atrevió a expresar su "decepción".

La composición del nuevo Ejecutivo, el tercero que formará Raffarin desde su nombramiento, en mayo del 2002, se conocerá hoy. El viernes tendrá lugar el primer Consejo de Ministros, con un equipo "mucho más político", según precisó Dominique Bussereau, amigo del primer ministro y secretario de Estado de Transportes. Se prevé una remodelación a fondo.

La decisión de Chirac fue criticada duramente por el primer secretario del Partido Socialista (PS), Fran§ois Hollande. No obstante, la actuación presidencial encaja con las hipótesis de los expertos: mantener a Raffarin --ya quemado-- como primer ministro hasta las elecciones europeas, consideradas de alto riesgo para la mayoría gubernamental. Su misión será sacar adelante la impopular reforma del seguro de enfermedad.

PETICION DE DISOLUCION La reacción de la izquierda, visiblemente crecida por una arrolladora victoria que le permite controlar 21 de las 22 regiones metropolitanas y la mitad de los departamentos de Francia, fue especialmente virulenta. El portavoz del grupo PS en la Asamblea, Jean-Marc Ayrault, fue contundente al afirmar que Chirac acaba de hacer "un corte de mangas al pueblo francés". Otros reclamaron la improbable disolución de la Asamblea.

Los socialistas, comunistas y Verdes, que exigían un cambio profundo de la orientación política, se mostraron unánimemente indignados con la continuidad de Raffarin. Todos denunciaron el "cinismo" del jefe del Estado, al considerar que desoyó los resultados de las elecciones y los sondeos, que dicen que el 54% de los franceses desean cambiar al primer ministro.

Hollande dijo que con la confirmación de Raffarin, "no es que Chirac haya caído en un error, sino que ha cometido una falta" En opinión del líder socialista, el presidente francés "corre el riesgo de agravar la crisis de confianza en el Ejecutivo".

ESCONDIDO Raffarin evitó todo el día los encuentros con la prensa y se dedicó a multiplicar los contactos con personalidades de todo el arco de la derecha parlamentaria. Mientras, los comentaristas efectuaban el balance de su gestión, calificada de "poco brillante" para alguien que llegó al palacio de Matignon con la aureola de "gran comunicador".

El defensor de "la France d´en bas" (el pueblo llano) ha batido récords de impopularidad por haber aplicado al pie de la letra el programa de Chirac. Es cierto que el crecimiento nulo en el 2003 no le facilitó las cosas. Los déficits que dejó el anterior Gobierno socialista no han hecho más que progresar, debido a las reducciones de impuestos impuestas por Chirac. Pero lo peor es que en estos 22 meses, Raffarin no sólo no ha convencido a los franceses de la necesidad de sus reformas, sino que ha dado la impresión de que todas sus decisiones iban destinadas a favorecer a los ricos.

ACUERDO CORSO Por su parte, las cuatro listas de la izquierda, que recogieron más del 50% de los sufragios en Córcega, se han puesto de acuerdo para gobernar en la isla, aunque sea en minoría. La izquierda tendrá 24 escaños de los 51 del Parlamento regional, frente a los 19 de derechas y los 8 nacionalistas.

Debido a un estatuto especial, la Asamblea territorial corsa elegirá mañana su presidente y el de su Ejecutivo. Salvo sorpresa de último momento, el radical de izquierdas y alcalde de Bastia, Emile Zuccarelli, tomará las riendas de la región.