El presidente francés, Jacques Chirac, optó ayer por la promulgación de la ley que instaura el controvertido contrato de primer empleo (CPE), aunque pidió al mismo tiempo al Gobierno que modifique el texto que tiene en pie de guerra a sindicatos y estudiantes, para reducir el periodo de prueba de 24 a 12 meses e imponer que se tenga que explicar el motivo del despido.

Una solución salomónica que se presta a todo tipo de interpretaciones. Los sindicatos y las organizaciones juveniles comprendieron que el jefe del Estado confirma la posición del primer ministro, Dominique de Villepin, y por consiguiente reafirmaron su rechazo y mantienen la huelga para el próximo martes.

SARKOZY, CONTENTO Por su parte, el ministro de Interior y presidente del partido del Gobierno, Unión por un Movimiento Popular (UMP), Nicolas Sarkozy, que había criticado abiertamente la gestión de la crisis por parte del primer ministro, se declaró satisfecho de la declaración de Chirac por considerar que lleva implícita la "suspensión" del CPE, algo que él reclamó personalmente junto con un importante sector de la derecha. Para los sarkozistas es evidente que la ley promulgada no se aplicará y que, gracias a la revisión exigida por el presidente, una nueva ley será debatida en el Parlamento rápidamente.

La propia patronal Medef hizo una declaración para difundir la consigna de que no se aplique la primera ley del CPE hasta que el Parlamento no apruebe la segunda. Un galimatías difícil de entender "destinado exclusivamente a salvar el honor del soldado Villepin", ironizó el socialista Henri Weber. Los sindicatos fueron más rotundos al considerar "incomprensible" e "inaceptable" la declaración del jefe del Estado. El líder socialista, Fran§ois Hollande, habló incluso de "provocación".

Consciente del peligro de radicalización del movimiento de protesta contra el CPE, que ha generado ya manifestaciones multitudinarias y violentos enfrentamientos, el presidente francés optó por una solución que no ha hecho más que reforzar la determinación de los contestatarios. Esforzándose por encontrar un compromiso para no desautorizar a su primer ministro y satisfacer a los sindicatos, Chirac optó por promulgar la controvertida ley y pedir al mismo tiempo que no se aplique hasta que se hayan realizado las modificaciones que necesita en los puntos más conflictivos.

ABUCHEOS EN DIRECTO "Cuando se trata del interés nacional, no hay ni vencedores ni vencidos", afirmó el presidente, que apeló al "sentido de la responsabilidad" de los sindicatos y los estudiantes. Pero, decididos a mantener la presión hasta el último momento, las organizaciones estudiantiles habían convocado manifestaciones media hora antes de la alocución de Chirac, a quien abuchearon en directo.

El cabecilla estudiantil Bruno Julliard dijo que "los jóvenes no han sido escuchados" y reiteró que "no hay negociación posible sobre el CPE". Mientras, Jean Louis Walter, secretario general del sindicato CFE-CGC, explicó que la declaración del jefe de Estado es "digna de una República bananera". La dura respuesta fue compartida por las principales centrales sindicales, que mantuvieron la consigna de huelga y manifestaciones para el día 4.