La Casa Blanca no consigue acallar el escándalo de la falsa acusación hecha en enero por el presidente de Estados Unidos, George Bush, sobre el intento iraquí de comprar uranio en Níger para relanzar su programa nuclear. Aunque el director de la CIA, George Tenet, aceptó el viernes la responsabilidad por esta imputación errónea para proteger al presidente, ayer se supo que Tenet impidió personalmente a Bush tres meses antes hacer la misma acusación, que luego sirvió para justificar la guerra contra Irak.

Esta semana, un exalto cargo de inteligencia del Departamento de Estado, Greg Thielmann, insistió en que la relación entre Al Qaeda y Bagdad, tantas veces esgrimida por Bush y sus colaboradores, tampoco tiene fundamento. "No hubo una pauta significativa de cooperación entre Irak y Al Qaeda", recalcó esta voz, que acaba de jubilarse.

Por su parte, Tony Blair no escuchó las advertencias de Hans Blix sobre la falta de pruebas contra Sadam. El que fuera jefe de los inspectores de armamento de la ONU, acusó ayer a Blair de haber cometido "un error fundamental" al atribuir a Sadam Husein capacidad para usar sus armas de destrucción masiva en 45 minutos; una cifra que calificó de "improbable". En una entrevista publicada en The Independent on Sunday, Blix afirmó también que mantuvo varias reuniones con Blair y vio a éste firmemente convencido de la existencia de las armas de destrucción masiva: "Yo era el único escéptico y crítico".

Mientras tanto, la caótica posguerra iraquí está hundiendo la popularidad de Bush, según revela un sondeo de Newsweek, que cifra en sólo 53% la aprobación popular a su gestión de la ocupación de Irak.