Aunque EEUU considera la inyección letal como una forma "humanitaria" de ejecución que no viola la prohibición constitucional de infligir castigos "crueles o inusuales", los reos a quienes se la han aplicado pueden haber experimentado "dolores atroces" al no ser anestesiados apropiadamente. Así lo denuncia la revista médica The Lancet .

Las ejecuciones realizadas con este método se hacen de forma tan torpe que no cumplen ni con los estándares veterinarios para matar animales, según explica el doctor Leonidas Koniaris. Este experto de la Universidad de Miami analizó datos sobre las ejecuciones en Tejas y Virginia, donde se llevan a cabo el 45% de las practicadas en EEUU.

Koniaris y sus colaboradores concluyeron que los verdugos no están entrenados para anestesiar a los presos. Como consecuencia, éstos pueden seguir conscientes --aunque inmovilizados-- mientras se les ejecuta.

El procedimiento empieza administrando tiopentotal sódico, para anestesiarle. Luego se le aplica bromuro de pacuronio, para paralizarle, y por último, cloruro de potasio, para parar el corazón.