La cuarta cumbre entre la Unión Europea (UE) y Latinoamérica se clausuró ayer en Viena sin resultados económicos y políticos significativos a causa de la disputa por la cuestión energética y la creciente división entre los propios países latinoamericanos. La declaración final de la cumbre reafirmó la voluntad de la UE y de los países latinoamericanos de fortalecer su "asociación estratégica", aunque la única medida concreta fue el inicio de la negociación del acuerdo de libre comercio entre la Unión y los países de Centroamérica (Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá).

Las promesas de incrementar la ayuda financiera que Europa concede a Latinoamérica, por medio de la duplicación de los créditos del Banco Europeo de Inversiones (BEI), no se ha concretado por la oposición de la mayoría de los Veinticinco a la propuesta de la Comisión.

BLOQUEOS La esperada apertura de la negociación de un acuerdo de libre comercio con la Comunidad Andina ha quedado aplazada tras la salida de Venezuela del grupo. Tampoco ayudaron demasiado las críticas de Bolivia a Perú, Ecuador y Colombia por negociar un acuerdo separado con EEUU contrario al espíritu de la Comunidad Andina. La UE solo aceptó el compromiso de "entablar, durante el 2006, un proceso que conduzca a la negociación de un acuerdo de asociación, que incluya un diálogo político, programas de cooperación y un pacto comercial".

La cumbre tampoco ha permitido dar un impulso a las empantanadas negociaciones del acuerdo de libre comercio con el Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y, ahora, Venezuela), cuya cohesión se está resquebrajando a causa de los conflictos internos.

El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, centró su labor durante la cumbre en presionar a la UE para que ofrezca mayores concesiones agrarias en la actual ronda de Doha, con el fin de liberalizar el comercio mundial. Lula defendió que Brasil pueda mantener una protección para su mercado industrial y de servicios, dado su menor desarrollo en comparación con la UE y EEUU, y supeditó el avance de la negociación de la UE con el Mercosur a la conclusión previa de la ronda de Doha.

El responsable de la política exterior europea, Javier Solana, expresó su "inquietud" por el conflicto de las papeleras entre Argentina y Uruguay, ya que, dijo, amenaza con desestabilizar al Mercosur. Argentina ha denunciado a Uruguay ante el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya por la instalación de dos industrias contaminantes junto al río fronterizo Uruguay.

CRITICAS A BOLIVIA La UE y distintos países latinoamericanos se mostraron muy críticos con la decisión de Bolivia de nacionalizar los hidrocarburos. El presidente semestral de la UE y primer ministro austriaco, Wolfgang Schüssel, así como Solana, advirtieron de que la decisión de Bolivia alejará a los inversores extranjeros que necesita el país para su desarrollo. El primer ministro británico, Tony Blair, reclamó a Bolivia y a su aliado, Venezuela, que utilicen sus recursos energéticos de "forma responsable". Los presidentes de México y Perú, Vicente Fox y Alejandro Toledo, descalificaron también como "populistas" las políticas de Bolivia y Venezuela.

Las conclusiones de la cumbre, tras complejas negociaciones, reconocieron el "derecho soberano de los países a gestionar y regular sus recursos naturales", pero enfatizaron, a petición europea, que la cooperación entre las dos comunidades debe conducir a unos "regímenes reguladores más compatibles".

Pese a las críticas, el presidente de Bolivia, Evo Morales, defendió su política de nacionalización como instrumento para evitar el expolio de los recursos naturales del país y combatir la pobreza. Morales y el presidente venezolano, Hugo Chávez, propugnaron una política económica al servicio de la población que no esté supeditada al neoliberalismo ni a las multinacionales.