Los casi 12.000 uniformados que controlan Concepción acabaron por hacer sentir su peso. Ellos traducen en las calles las advertencias del Gobierno de que el toque de queda no es una fiesta. Los saqueos parecen haber terminado por completo. Las medidas de excepción se mantendrán hasta que los servicios básicos se restablezcan y se sistematice la entrega de ayuda. Los militares autorizaron la compra controlada de productos esenciales en los supermercados que abrieron bajo custodia rigurosa. Cada persona puede gastar unos 30 euros.

"Los resultados en términos de seguridad son muy auspiciosos", dijo José Tohá, alcalde del Biobío. "Nuestra principal preocupación es volver a la normalidad", aseguró el jefe de la Defensa Nacional para el Estado de Catástrofe, el general Guillermo Ramírez. "El pillaje y el saqueo no quedarán impunes", avisó, por su parte, el fiscal nacional, Sabas Chahuán.

Contraseñas y brazaletes

Los vecinos de la golpeada Concepción no esperaron a que la calma se impusiera por la disuasión de los fusiles. Como si estuvieran protagonizando su propia película de catástrofes, se dotaron de un provisorio sistema de seguridad que incluye contraseñas y patrullas. Las circunstancias generaron líderes. "El resto nos sumamos a lo que nos digan", dijo Orieta Ocares en el barrio de Chiguay. Tal vez era una de las que cada semana seguía con obsesión los capítulos de Lost (Perdidos). "Antes, cada uno vivía en su mundo, pero ahora cada uno aporta lo que tiene", añadió. En el más selecto Manantiales, los dispositivos de vigilancia funcionan acorde a la capacidad adquisitiva de sus habitantes. Los vigilantes usan brazaletes para identificarse y las camionetas que utilizan son de un porte desafiante.

La alcaldesa de Concepción, Jacqueline van Rysselbergher, de la Unión Democrática Independiente (UDI, ultraderecha), aseguró que los ánimos se han calmado "gracias a la organización de los vecinos, algunos incluso con armas". El general Ramírez no estuvo de acuerdo con que se subestimara la labor de los militares. Y, sobre los saqueos, ofreció una versión distinta de la que solo condena a los sectores sociales más desprotegidos y los marginales. "Uno no esperaba gente en camionetas 4x4 todo terreno llevándose televisores de plasma, no era previsible", manifestó el general.