Denver, Denver", corearon algunos seguidores de Hillary Clinton en el hotel de Washington donde el Comité de Reglas acababa de propinar un duro golpe a la senadora. "Denver, Denver" significa que Clinton llevará su pulso para lograr la candidatura demócrata a la Casa Blanca hasta la misma convención que se celebrará en esta ciudad a finales de agosto, un escenario de pesadilla para el partido que sus dirigentes quieren evitar. La decisión del Comité de Reglas le da a la senadora un resquicio legal para hacerlo, una vez que mañana acabe el ciclo de primarias en Dakota del Sur y Montana con Barack Obama como indiscutible ganador en las urnas. La holgada victoria que obtuvo ayer Clinton en Puerto Rico no altera esa realidad matemática.

"Los demócratas se pusieron de acuerdo para partir el partido por la mitad", decía ayer con sorna el comentarista de The Washington Post Dana Milbank en referencia a la decisión del Comité de Reglas. Estos representantes del partido decidieron levantar en parte el castigo que pendía sobre Michigan y Florida por adelantar sus primarias sin permiso. Este último estado sentará a todos sus delegados en Denver, distribuidos entre los candidatos según los resultados de sus primarias, pero sus votos valdrán solo la mitad. La misma decisión se aplicó a Michigan, aunque con una diferencia: los delegados no se repartirán según el resultado de las primarias (Obama retiró su nombre de las papeletas) sino según la estimación del partido.

INSUFICIENTE Así pues, Clinton no logró su intención de sentar a todos los delegados, con plenos votos y según el resultado en las urnas. En la práctica supone que Clinton ganó el sábado 87 delegados y Obama, 63. Insuficiente para que la senadora salve la ventaja que le lleva Obama, muy cerca de la nueva cifra mágica de delegados y superdelegados para ser el candidato: 2.118. Ayer, pese a perder claramente en Puerto Rico, Obama empezó ya a acumular los delegados que le faltan. Antes de Puerto Rico, Obama tenía 2.051 delegados y superdelegados por 1.876 de Clinton. Quedaban solo por designar 86 delegados y por pronunciarse 178 superdelegados .

Cuanto mañana por la noche acabe el ciclo de votaciones en Dakota del Sur y Nevada, Obama clamará victoria en el ciclo electoral y confía en que los superdelegados que aún no se hayan pronunciado lo hagan en su favor el miércoles. Matemáticamente Clinton habrá perdido y él será ya el candidato demócrata.

Pero este plan necesita que Clinton admita su derrota. Y la decisión del partido sobre Michigan le puede dar la excusa para mantener vivo el pulso y pedir a los superdelegados que aún no se inclinen por Obama. Esto es lo que significa que la campaña de la senadora se "reserva el derecho" de impugnar la resolución sobre Michigan, como dijo en un comunicado. "Esto es un asunto de principios", aclaró ayer Howard Wolfson, estratega de la campaña de Clinton. "La adjudicación de delegados en el caso de Michigan viola el respeto debido al pronunciamiento de los votantes", añadió Wolson.

CUATRO DELEGADOS Según los cálculos del equipo de la senadora, la decisión del partido "secuestra" (por usar sus palabras) cuatro delegados, que no cambiarían el resultado, pero por los que Clinton sopesa impugnar la decisión, lo que llevaría el tema hasta la convención de Denver.

En realidad de lo que se trata es de ganar tiempo. Tiempo porque mientras hay vida hay esperanza; tiempo para convencer a los superdelegados de que Obama perderá con John McCain y que Clinton ganaría; tiempo para que algo permita al establishment del partido quitar la candidatura a Obama. Aunque sea a costa de la unidad del partido. Eso es lo que debe decidir Clinton.