La muerte de Zarqaui puede ser la coartada perfecta para que Bush rectifique su deriva neocon y atienda a los que razonan, incluso dentro del Ejército de EEUU, que es preciso iniciar la retirada de las tropas de ocupación en Irak para que la insurgencia pierda una de sus más claras razones de ser. Los jefes del Pentágono ya contaban con reducir este año el número de soldados, y el presidente puede anunciar esos viejos planes como un nuevo éxito de su política antiterrorista. Pues su partido necesita esgrimir muchos triunfos para no fracasar en las elecciones de noviembre.

*Periodista.