El nuevo presidente de Colombia, Manuel Santos, recibió ayer la primera señal de las dificultades que encierra un eventual proceso de paz en Colombia. Un coche bomba con 50 kilos de un potente explosivo estalló en la madrugada del jueves en el corazón del centro financiero bogotano, cerca de la sede de la influyente Caracol Radio y la agencia de noticias Efe. Nueve personas resultaron heridas por una acción calificada de "terrorista" por el propio presidente. "Tenemos indicios serios sobre los autores", dijo el ministro de Defensa, Rodrigo Rivera Salazar, sin hacer mención a ningún grupo en particular. La policía ha detenido a cinco personas por posesión de explosivos y trataba de determinar su eventual relación con los hechos.

Los daños materiales de la explosión fueron importantes. El atentado puso entre paréntesis el ambiente optimista que reinaba en la ciudad tras la toma de posesión del sábado. "Vamos a investigar de dónde vino, qué origen tiene, pero lo que quieren sus autores es perturbar, generar miedo en la población, generar escepticismo de la gente en las autoridades. No lo van a lograr", dijo Santos cuando acudió a Caracol Radio para constatar los efectos del estallido.

"Este hecho lo que nos recuerda es que no podemos bajar la guardia con la seguridad democrática. Vamos a combatir a los terroristas con toda la determinación", advirtió.

EN ALERTA A su lado estaba el ministro de Defensa, Rodrigo Rivera. "La ciudadanía debe estar tranquila, pero alerta, para informar a las autoridades sobre este tipo de acciones terroristas que lo que pretenden es hacer daño a los colombianos", dijo.

El atentado arrancó otra vez una ola de sensaciones: repudio, perplejidad y confusión. El expresidente Andrés Pastrana interpretó la explosión como una negativa a la invitación del Gobierno al diálogo. Algunos analistas se preguntaban ayer quiénes estaban interesados en hacer fracasar esta tentativa en este momento. El último gran acto terrorista sufrido por los colombianos tuvo lugar el 24 de marzo del 2010, en Buenaventura, y dejó nueve muertos. El entonces jefe de Estado, Alvaro Uribe, acusó a las FARC. Una semana antes de que Santos lo sustituyera, la guerrilla le ofreció iniciar conversaciones de paz.

"La puerta del diálogo no está cerrada con llave, aspiro a sembrar las bases de una verdadera reconciliación entre los colombianos", dijo el líder entrante. Pero exigió a cambio que los insurgentes renuncien "a las armas, el secuestro, la extorsión, el narcotráfico y la intimidación".

El presidente venezolano, Hugo Chávez, hizo un planteamiento similar, aunque en un tono menos enfático. El estallido de ayer coincide con el viaje de la senadora liberal Piedad Córdoba a La Habana, con el propósito de explicarle su plan de paz a Fidel Castro. Cuba ya actuó como mediadora entre el Estado y el ELN.

VARIAS HIPOTESIS Otras hipótesis circulaban ayer en torno a la colocación del coche bomba. No se descartaba por completo el narcotráfico u otro grupo de delincuentes. "La violencia se nos trasladó a las ciudades. Hay bandas criminales que se están reagrupando, existe una guerra por el control del tráfico de drogas", dijo el ministro del Interior, Germán Vargas Lleras. Solo en los últimos días fueron detenidas 60 personas en Medellín.