El coche-bomba desactivado esta mañana en el centro de Londres iba a ser detonado con un teléfono móvil, declararon fuentes policiales a la cadena británica Sky News.

Mientras tanto, artificieros de la Policía siguen examinando en Park Lane, una transitada calle del centro de la capital británica, un segundo vehículo sospechoso aparentemente vinculado al frustrado atentado, dijeron las mismas fuentes.

Los artificieros están utilizando un robot teledirigido para analizar el automóvil, hallado al parecer en un aparcamiento subterráneo, aunque se desconoce, de momento, si contiene artefacto explosivo alguno. Las fuerzas de seguridad han establecido un cordón policial de 200 metros en Park Lane, precisó anteriormente una portavoz de Scotland Yard, sin aportar más detalles.

Park Lane es una vía paralela a la famosa parque de Hyde Park, desalojado con motivo de la operación policial, que está plagada de hoteles de lujo y no queda lejos de Haymarket, la calle en la que la Policía desactivó a primera hora de la mañana un coche-bomba.

La Policía halló cantidades "significativas" de gasolina, bombonas de gas y clavos en el interior de un Mercedes de color gris plateado aparcado en Haymarket, afirmó hoy el jefe de la brigada antiterrorista de Scotland Yard, subcomisario Peter Clarke. De haber explotado los artefactos, habrían causado numerosos muertos y heridos, puntualizó Clarke.

A escasos minutos a pie de esa calle, se encuentran Downing Street, residencia y despacho oficiales del primer ministro británico; el Palacio de Buckingham, residencia de la reina Isabel II, y la Cámara de los Comunes. Se trata, además, del punto de visita obligado de los turistas y uno de los lugares de ocio con mayor número de discotecas, bares, cines y teatros de la capital británica, toda vez que está junto a la concurrida estación de metro de Piccadilly Circus.

El suceso de hoy acaece días antes de cumplirse el segundo aniversario de los atentados del 7 de julio de 2005, en los que murieron 56 personas (incluidos los cuatro terroristas suicidas) y otras 700 resultaron heridas.

Igualmente, el ataque frustrado coincide con la llegada al poder de Gordon Brown, que el pasado miércoles asumió las riendas del gobierno británico.