Solo cuatro días habían pasado desde el rescate de los secuestrados, la puesta en escena del que será por mucho tiempo el mayor orgullo del Ejército colombiano --la operación Jaque-- y ya había alguien alzando la mano y dispuesto a hacer realidad el adjetivo más usado para calificarla: cinematográfica. Parecían de ficción su limpieza, su ejecución, los intríngulis de su concepción, así que apareció el director Simón Brand con el propósito de hacer una película. El rescate de Ingrid Betancourt, 3 mercenarios estadounidenses y 11 militares y policías tiene tanto de espectáculo que también aparecieron los que afirmaron que era un gran montaje.

Las dudas surgieron el viernes, dos días después de la operación, cuando el periodista Frederich Blassel, de Radio Suisse Romande, aseguró que el Gobierno había disfrazado de rescate el pago de 20 millones de dólares (13 millones de euros). Amparado en la información de las fuentes "muy confiables", Blassel afirmó que Gerardo Aguilar Ramírez, César , el guerrillero responsable de la custodia de los rehenes, había sido el beneficiario. La versión del suizo empezó a perder fuerza cuando el propio César apareció ante las cámaras, con el rostro amoratado, y en especial cuando, luego, el Gobierno de EEUU anunció que pedirá su extradición por narcotráfico.

Tanto el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, como el presidente, Alvaro Uribe, desmintieron a Blassel, pero ninguna declaración impidió que la versión del suizo se propagara, y que de ella se hicieran eco los habituales críticos de Uribe, sobre todo en Europa. Tal vez por ello los militares optaron por dar más datos de la operación.

VERSION OFICIAL La mecánica del engaño ya es conocida: sabedores de que los rebeldes ya no se comunican con sus teléfonos por satélite los militares suplantaron a los correos humanos que enlazaban a César con la cúpula de las FARC, inventaron un traslado de rehenes y disfrazaron a 13 espías para que se hicieran pasar por la comisión humanitaria encargada del transporte. Detalles extraños, como la presencia de un periodista y un cámara en plena operación, obedecían, dice el Ejército, a la necesidad de imitar traslados similares.

Las encuestas indican que los colombianos respaldan la versión oficial, y hasta los críticos más feroces de Uribe le dan credibilidad. El columnista Ramiro Bejarano tachó la versión de Blassel de "cuento". Solo Alfredo Molano, el más crítico entre los críticos, se refirió a "cosas raras y sospechosas", aunque alabando la "astucia" de los militares.