Delgada como una filigrana. El rostro lívido. Manos amarradas delatando el rigor del cautiverio selvático. Las primeras imágenes de Ingrid Betancourt desde mayo del 2003, presentadas ayer por el Gobierno colombiano, provocaron estupor y alegría, una avalancha de peticiones y acusaciones cruzadas.

El Ejército colombiano capturó el jueves a tres miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) con cinco vídeos, entre ellos el que aparece Betancourt y otro de los tres estadounidenses --Keith Stansell, Thomas Howes y Marc Gonsalves-- capturados en el 2003 cuando el avión en el que realizaban tareas de espionaje fue derribado. También fueron decomisadas fotografías y cartas de los secuestrados. Una de esas misivas era de la excandidata. Iba dirigida a su madre.

MENOS DE UN MES Las imágenes de Betancourt, estimó el Gobierno, habrían sido grabadas el 14 de octubre. Las FARC la secuestraron el 23 de febrero del 2002 junto a su asesora Clara Rojas, en plena campaña presidencial y cuando pretendían llegar por carretera a la población sureña de San Vicente del Caguán. Muy pronto se convirtió en un símbolo del drama colombiano.

Ahora, el mundo la observa azorado en una filmación silente. Viste pantalón verde y camiseta clara sin mangas, lleva el cabello muy largo y denota una tristeza que lacera. "Me partió el corazón cuando la vi", dijo su exesposo, el diplomático francés Juan Carlos Lecompte.

De no mediar una solución, el próximo febrero se cumplirán seis años del secuestro de Betancourt. El grado de desespero de la mujer quedó patente en una reciente carta que remitió a su madre, Yolanda Pulecio, según desveló ayer el hijo de la secuestrada, Lorenzo. En la misiva, la rehén desgrana su "desesperación y soledad". El hijo de Betancourt instó al presidente colombiano, Alvaro Uribe, a "darse cuenta" de que "no puede burlarse de la vida de personas que se ve que están sufriendo". La familia de la excandidata le pidió que se reanuden cuanto antes las negociaciones con las FARC.

Por su parte, el presidente subrayó que "los vídeos advierten tortura", y comparó la expresión de Betancourt con la de los prisioneros de "los campos de concentración nazis".

Según Pulecio, el vídeo iba destinado a la senadora Piedad Córdoba, exmediadora junto con el presidente venezolano, Hugo Chávez, para lograr el canje de 45 rehenes por unos 500 guerrilleros presos.